C I N Q U A N T A Q U A T T R O

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Veía los escaparates sin entender que era lo que diferenciaba cada uno de ellos.

En la voz de Gianna solo escuchaba la palabra smoking, de la cual Becca negaba y replicaba con un: muy elegante, tomemos un corte francés, es mas sencillo. Para ese punto lo único que quería, era volver al yate y seguir nadando en medio del mar. Quería volver a intentar saltar y no quedar en ridículo, sentía que les debía una disculpa a todos y debía de intentar hacerlo mejor. En cambio había pasado dos horas de una extensa clase sobre cual era la cuchara de sopa y cual era la de postre —aunque claramente ambas se veían casi de forma idéntica—. Había rodado los ojos la primera hora,  la segunda, una imagen de Becca lanzada por la proa pasaron por su mente de forma fugaz.

Había empezado a ser una tortura todo aquel tema.

—Díganme otra vez, ¿que no se supone que esto es con un tipo de temática de disfraces?—Interrumpió Donato de forma civilizada a las damas.

Becca rodó los ojos.—Lo es, pero dado que ningún de nosotros tenía planeado ir, lo único que podré hacer por nosotros es conseguirnos unos antifaces. Por suerte la única tienda de antigüedades esta abierta hoy, en una ciudad llena de lujo cómo está, es raro que cosas de baratijas estén siempre abiertas.

Gianna bufo.—En esa tienda hay cosas raras, no creo qué haya algo como un antifaz.

Su amiga la miro feo.—Claro que lo abra, de otra forma ellos tendrán que ir como sacerdotes -aunque lo son- y tu yo pasaremos por el convento más cercano y nos robaremos un par de habitos para poder ser las dos monjas que fornican con estos dos sementales.—Dijo sonriendo.

Una tos al otro lado de la tienda y un gemido de indignación se escucharon.

Donato suspiro.—No es para que te pongas condescendiente, Becca. Deja de escandalizar a la gente de la tienda, por Dios, nos van a echar antes de que tomes tu decisión.

—Bien, bien, lo que tú digas, mejor ayúdanos a escoger un corte genio.

El muchacho se encogió de hombros.—Para mi un corte francés esta bien, un formal diría que vamos a la oficina, un informal no sirve para el baile y, ni hablar del italiano, con ese corte todos dirán que soy gay.

Becca se rio.—Me agradas, ahora vengan aquí y mídanse uno.

Ambos chicos se levantaron de forma automática, querían acabar con a tortura lo mas pronto posible.

—A todo eso, ¿dónde será?—Pregunto Gianna tomando una camisa blanca del montón que se encontraba cerca.

—Mi madre menciono que seria en el Monaci delle Terre Nere, uno de esos lugares viejos pero sofisticados de Sicilia. Algo asi como un baile anticuado. Sin embargo, es caro; la lista de reserva a veces supera los tres meses y ni siquiera incluyen el desayuno.—Contesto Becca.

—¿Es como qué? ¿Una villa? ¿Un hotel?—Pregunto Donato con curiosidad mientras se ponía el traje a petición de las chicas.

—Creo que ambos. Es uno de los lugares más lujosos de este lugar, aunque no es demasiado grande como para pasar por un hotel. Supongo que es una de esas viejas villas que se remodelaron para albergar inquilinos.

—Interesante, ya quiero verlo.—Entro Alessandro a la conversación.

Entonces, se miro al espejo.

Miraba su reflejo dentro de una camisa de color blanco y un pantalón de delicada de color negro profundo.

Había visto aquel tipo de vestimentas en innumerables celebraciones católicas. Incluso las llego a observar en  bodas o cenas importantes. Una que otra vez les había dado un vistazo y notaba que los hombres que los llevaban se veían diferentes. Los notaba... elegantes e incluso podía decir con seguridad que eran muy guapos. El verse con aquellas prendas lo hizo sentirse bien, diferente a como era.

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