Q U I N D I C I

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Besos eran salpicados por todo su rostro.

Se sentía bien, más que bien.

Sus brazos estaban envueltos en aquella pequeña figura y pasaba suavemente de arriba hacia abajo sus palmas, sintiendo la tela suave como la seda en la misma.

Era tan suave.

—Te quiero—susurro la voz y él sonrió.

Miro hacia arriba y de nuevo no se veía su rostro. Era como si una neblina oscura se posara enfrente del mismo. Su rostro estaba censurado y era demasiado frustrante.

Bajo la mirada y vio un hombro de piel lisa y blanca descubierto. Puso su rostro ahí y aspiro. El olor a violetas en su piel era exquisito.

Separándose un poco contemplo de nuevo la piel lisa. Se veía exquisita, suave y olía bien. Quería probarla.

Saco la lengua delicadamente y lamió un pequeño rastro de piel, dándose cuenta de que sabía como a vainilla. Era deliciosa, exquisita. Volvió a repetir la acción y un suave gemido brotó de la garganta de su acompañante.

Ella estaba a horcadas, se separó un poco de él y vio labios color cereza moverse.

—Más—suplicó mientras movía a un lado su cuello para darle acceso.

Su mano izquierda dejó de abrazarla y retiró todo el cabello de aquel lugar, era una porción aún más grande. Emocionado plantó un beso en su cuello delicadamente. El cuerpo encima del suyo se estremeció y le gustó esa reacción..

Regó pequeños besos por todo el cuello, sacando su lengua para probar un poco de la piel expuesta. Retiró aquel odioso tirante que dificultaba su tarea y cuando este cayo, un pedazo del seno quedó expuesto.

Se le hizo agua la boca.

Separando un poco el cuerpo bajo su cabeza y también probó ahí. Esta vez un gemido más fuerte vino, además de un movimiento en el cuerpo que se rozó con su miembro erecto.

Le había gustado, así que repitió la acción y el cuerpo respondió de la misma manera.

Le gustaba la sensación de ella moviéndose de esa forma en su regazo, rodando su erección. Se sentía tan bien que no quería parar. Siguieron con su tarea para que ella se siguiera moviendo sobre de él, hasta que un gemido se escuchó de nuevo.

—Alex—gimió fuerte su nombre y le encantó el sonido de ello.

—Alex—se repitió y el movimiento fue más rápido.

Entonces también el gimió.

—Alex—escuchó de nuevo, pero esta vez su voz había cambiado.

Frunció el ceño y se separó de ella.

Iba a preguntar qué pasaba, hasta que de nuevo escucho su nombre en un tono de voz diferente.

—¡Alex!—Escuchó una voz masculina...

Alex.

Todo se estaba borrando poco a poco.

Alex, despierta.—Escuchó claro.

Sus ojos se abrieron de golpe y tuvo que cerrarlos de nuevo a causa del golpe de luz en los mismos.

—Gracias a Dios, pensaba que estabas muerto o en coma—se burló una voz.

Alessandro estaba consiente de su entorno.

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