Q U A T T R O

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•En el multimedia puse un póster para intento de promoción en grupos de Wattpad, pero me salió todo feo. 😂
Si saben de alguna buena promoción, díganmelo.
Por cierto, si ven errores de ortografía díganmelo x2. Editar en un teléfono no es lo mismo que en computadora. :(
Pero lo hago con el fin de hacerlo rápido y hacerlos felices. Soo, disfruten de Alex. •

Las luces brillaban con esplendor aquel veintinueve de junio

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Las luces brillaban con esplendor aquel veintinueve de junio. Había luna creciente y las estrellas brillaban con fulgor.

Alessandro estaba regresando al Vaticano en ese momento. Había visitado dos museos, comido helado (hasta ahora era su comida favorita), una chica le había obsequiado una manzana con caramelo al verlo interesado en cómo las tomaba y bañaba en el mismo, además de que pudo ser testigo de cómo se veían las luces del centro de Roma cobrar vida.

Conoció la historia de Dante de la Divina comedia (el cual le fascinó y otra buena persona le obsequió), ahora mismo llevaba aquel libro escondido entre sus prendas. Tenía miedo de que una vez llegando a su cautiverio, le arrancaran tan brillante posesión de las manos.

Era la primera vez que tenía un libro que no tratara de Dios y se sentía emocionado por leerlo —que fascinante y puro era Alessandro, al que le esperaba una historia de amor profundo desarrollada en los confines del infierno.

Caminaba a paso lento evitando a toda costa llegar demasiado rápido. Quería disfrutar de aquel aire dulzón y fresco que le estaba dejando la noche estrellada de Roma después de un día lluvioso con nubes pesadas y grises.

No sabía qué hora era y le importaba poco. Le habían dicho que podía tomarse todo el día de su cumpleaños, así que eso haría. Trataría de llegar a casa lo más tarde que se pudiera, con tal de disfrutar aquello breves momentos en los que estaba cumpliendo veintiuno.

Varias veces se preguntó cómo era posible que supieran el día de su cumpleaños, a la mayoría de los niños huérfanos como él les inventaba un día en específico; pero se decía que ese día, ese veintinueve de junio; era el día real de su cumpleaños. Había estado escéptico sobre ello, hasta que un día, cuando cumplió los diecisiete, el Cardenal le enseñó su acta de nacimiento. Claro que se fijó en cada detalle, sobre todo aquel que resaltaba más: Parodi no era su apellido original —obtuvo un pequeño vistazo de ello—; pero tampoco pudo ponerle atención demasiado y aprenderse el real. Fue un destello rápido el ver ese papel, solo comprobando por sí mismo que había nacido aquel día.

Al menos tenía algo: el día real de su nacimiento.

Es por eso, que cuando su cumpleaños llegaba, se sentía feliz. Mientras miles de personas se perdían entre el miedo de envejecer cada año, él era feliz. Porque, Dios su señor, le estaba regalando un año más de vida. No lo había castigado con alguna enfermedad mental, ni con alguna discapacidad o deformación. Estaba vivo y completo, era lo que más le importaba.

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