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Alessandro se sentía apesadumbrado aquella noche. Si bien había ido al templo a buscar algo de relajación y quitar un poco del peso de encima, no había funcionado.
Por el contrario, había regresado con aún más preocupaciones y... curiosidad.
Con tanto ingenio e inteligencia, a veces solo se veía como un niño con tanto que aprender. Mientras su amigo Donato lo alababa por aprender idiomas y casi aprenderse todos los libros santos llenos de la biblioteca, el se sentía lleno de... nada. Cada vez que tenía una duda, estaba ese hecho de que, realmente, no sabía casi nada. Porque, ¿cómo algo tan común no podía saberlo? ¿Por qué algo que debía sucederle en alguna etapa de su vida ni siquiera sabía el nombre de aquello?
Mientras el creía haber aprendido demasiado, también se daba cuenta de que realmente no conocía la vida.
Pero era normal, ¿cierto? Para alguien que habia estado tras aquellos muros sin conocer más allá, era normal. ¿Cómo alguien privado de tantas cosas —cosas como educación sexual— podría sentirse menos tonto cuando aprendía algo de aquello?
Su mirada gris giraba alrededor de su habitación mientras las palabras se posaban en su cabeza como un demonio andando sin ataduras, un demonio que fue sacado de los confines del infierno hacia tierras santas sin explorar; un reino por el cual el quería ser conquistador. Su mente estaba en una lucha campal sobre el bien y el mal, una lucha contra la curiosidad insana y la curiosidad nata de aquellas cosas que una persona jamás ha experimentado.
Masturbación.
Probó la palabra en su mente, sin ser concierte de que también de vez en cuando escapaba de sus labios. Las palabras se sentían pesadas, agudas y... raras. Se sentían sucias y blasfemas; pero aún con todo ello, seguía rondando en su cabeza como un molesto bicho que no quería dejarlo empezar.
Masturbación.
Tan fuerte e inequívoca, una palabra escrita en todos aquellos diccionarios; tanto antiguos como actuales. Una palabra con el mismo significado y la misma acción. ¿Por qué si era algo tabú aparecía una y otra vez a lo largos de los tiempos? ¿Era tan necesario? ¿Era algo que no lo que no se ha podido vivir a lo largo de la vida? ¿Era algo... normal?
Donato lo había llamado así: normal. ¿Lo era?
Uno de los pecados capitales es la lujuria, aquello sin dudar era lujuria, ¿lo era?
Y así sucesivamente aparecían nuevas dudas y más conflictos en su interior. Su mente estaba en un conflicto sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal, sobre la moral y todas aquellas cosas que podrían no serlo.
Para ese punto estaba desesperado.
Y de nuevo vinieron las molestas palabras de su amigo...
—La mayoría dice que es un tabú Alex, casi todo el mundo piensa que solo las personas sin una pizca de descendía lo hacen; pero están más allá de equivocados. La mayoría de las personas empiezan a conocerse a partir de su cuerpo; algo que es tuyo, algo que no piense que sea ni sin moral y mucho menos tabú. Es tu cuerpo, ¿cómo algo que tú quieres conocer (y que es tuyo) podría ser algo malo?
Y era verdad, ¿por qué las personas veían la exploración del cuerpo propio como algo... malo? No era como si estuvieras tratando de hacerlo con alguien más —claro algunos lo hacían—; pero él no tenía a nadie más, al menos no creía que el fuera capaz de hacerlo.
¿Lo haría?
Y ahí estaba de nuevo aquella presencia molesta. Fue casi la misma que pinchó a Donato para decirle aquello secretos a su compañero. Y es la misma presencia que está empujando a Alessandro se querer intentarlo.
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Votos Prohibidos ©
AcakUn devoto, un amor y una confesión. Aun los más santos se van al infierno. ¿Si quiera merece ir al averno? No, un ángel como Alessandro no lo merece. Y tu, ¿te confesarias con él? #1 No apta para menores [100601] #122 prohibido [190811] #100 inocen...
