Capítulo 9

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El duelo a medianoche
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Harriet no podía creer que existía un chico al que detestara más que a Dudley, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de Gryffindor, que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

-Perfecto -dijo en tono sgotado Harriet-. Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy. Me dará mucha pena...

Aunque deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa.

-No sabes aún si vas a hacer mala -dijo razonablemente Ron-. De todos modos, sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.

Aunque Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas y jactanciosas historias. Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba. Ron podía contar a quien quisiera oírlo que una vez casi había chocado contra un planeador con la vieja escoba de Charles. Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch.

Ron ya había tenido una gran discusión con Dean Thomas, que el que compartía el dormitorio de chicos, sobre fútbol. Ron no podía ver qué tenía de excitante un juego con una sola pelota, donde nadie podía volar. Harriet había descubierto a Ron tratando de animar un cartel de Dean en que aparecía el equipo de fútbol de West Ham, para hacer que los jugadores se movieran.

Neville no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Harriet pensó que ella había actuado correctamente, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.

Hermione estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. Era práctica, algo que no le favorecía. Harriet estaba nerviosa, podía ser como tirar una moneda al aire.

En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos. Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.

Harriet no había recibido una sola carta desde la nota de Hagrid, algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. La lechuza de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

-¡Es una recordadora! -explicó-. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... -se puso pálido, porque la recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata-... es que has olvidado algo...

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado.

-Creo que es...- pero Draco Malfoy interrumpió a Harriet, pasaba a su lado, le quitó la recordadora de las manos.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora