Capítulo 19

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El colacuerno húngaro
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La perspectiva de hablar cara a cara con ellos fue lo único que ayudó a Harriet a pasar las siguientes dos semanas, la única luz en un horizonte que nunca había estado tan oscuro. Se le había pasado ya un poco el horror de verse a sí misma siendo la campeona del colegio, y su lugar empezaba a ocuparla el miedo a las pruebas a las que tendría que enfrentarse.

Nunca había tenido tantos nervios. Sobrepasaban con mucho lo que hubiera podido sentir antes de un partido de quidditch, incluido el último, jugado contra Slytherin, en el que se habían disputado la Copa de quidditch. Le resultaba muy difícil pensar en el futuro, porque sentía que toda su vida la había llevado a la primera prueba… y que terminaría con esta.

En realidad no creía que Sirius lograra hacerla sentirse mejor, pero la ayudaría verlos. Harriet le mandó la respuesta diciéndole que se encontraría al lado de la chimenea de la sala común a la hora propuesta, y que Hermione y ella pasaban mucho tiempo discutiendo planes para obligar a los posibles rezagados a salir de allí la noche en cuestión. En el peor de los casos, estaban dispuestos a tirar una bolsa de bombas fétidas, aunque esperaban no tener que recurrir a nada de eso, porque si Filch las atrapaba las despellejaría.

Mientras tanto, la vida en el castillo se había hecho aún menos llevadera para Harriet, porque Rita Skeeter había publicado su artículo sobre el Torneo de los tres magos, que resultó ser no tanto un reportaje sobre el Torneo como una biografía de Harriet bastante alterada. La mayor parte de la primera página la ocupaba una fotografía de Harriet, y el artículo (que continuaba en las páginas segunda, sexta y séptima) no trataba más que de Harriet. Los nombres (mal escritos) de los campeones de Durmstrang y Beauxbatons no aparecían hasta la última línea del artículo, y a Cedric no se lo mencionaba en ningún lugar.

El artículo había aparecido diez días antes, y, cada vez que se acordaba de él, Harriet todavía sentía ardores de estómago provocados por la vergüenza. El artículo de Rita Skeeter la retrataba diciendo un montón de cosas que ella no diría nunca, y menos aún en aquel cuarto de la limpieza.


Supongo que les debo mi fuerza a mis padres. Sé que estarían orgullosos de mí si pudieran verme en este momento… Sí, algunas noches aún lloro por ellos, no me da vergüenza confesarlo… Sé que no puedo sufrir ningún daño en el Torneo porque ellos me protegen…


Pero Rita Skeeter no se había conformado con transformar sus «aaamm…» en frases prolijas y empalagosas. También había entrevistado a otra gente sobre ella.
Finalmente, Harriet ha hallado el amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Harriet raramente se la ve sin la compañía de una tal Hermione Granger, una muchacha de sorprendente belleza, hija de muggles y que, como Harriet, está entre las mejores estudiantes del colegio. El mundo mágico no es homofóbico, esperemos que Harriet se quite esos prejuicios y miedos muggles para poder confesarlo.
Desde que había aparecido el artículo, Harriet tuvo que soportar que la gente (especialmente los de Slytherin) le citaran frases al cruzarse con él enlos pasillos e hicieran comentarios despectivos.

—¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones?

—¡Oye, Harriet!

Más que harta, Harriet se detuvo en el corredor y empezó a gritar antes de acabar de volverse:

—Sí, he estado llorando por mi madre muerta hasta quedarme sin lágrimas, y ahora me voy a seguir…

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora