Capítulo 14

107 8 1
                                    

Cornelius Fudge
✦•···················•✦•···················•✦

Los chicos siempre supieron que Hagrid sentía una desgraciada afición por las criaturas grandes y monstruosas.

Harriet pensaba todo el día en las posibilidades de que Hagrid fuera el culpable. Lo delataba su gusto por los animales salvajes, por favor, escondió un dragón en una cabaña de madera. Pero sabía que Hagrid, por más curiosidad que me fuera, ni escondió al monstruo en algún lugar del castillo. A menos de que haya valido la pena, pero Hagrid no lo haría sabiendo que hace daño.

O tal vez le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía de pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco sus piernasy sonreír con sus numerosos dientes.

Pero estaba segura de que Hagrid nunca había tenido intención de matar a alguien.

Harriet casi prefería no haber visto lo que guardaba en diario de Ryddle, en vez de dar respuesta, hacía más preguntas. Ron y Hermione le pedían constantemente que les contara una vez más lo que había visto, hasta que se cansaba de tanto hablar y de las largas conversaciones que seguían a su relato y que no conducían a ninguna parte.

-A lo mejor Ryddle se equivocó de culpable -decía Hermione-. A lo mejor el que atacaba a la gente era otro monstruo...

-¿Cuántos monstruos crees que puede albergar este castillo? -le preguntó Ron, aburrido. -Ya sabíamos que a Hagrid lo habían expulsado. Supongo que entonces los ataques cesaron. Si no hubiera sido así, a Ryddle no le habrían dado ningún premio.

Harriet intentó verlo de otro modo.

-Ryddle me recuerda a Percy. Pero ¿por qué tuvo que delatar a Hagrid?

-El monstruo había matado a una persona, Ron -contestó Hermione.

-Ryddle habría tenido que volver al orfanato muggle si hubieran cerrado Hogwarts -dijo Harriet-. No lo culpo por querer quedarse aquí.

Ron se mordió un labio y luego vaciló al decir:

-Tú te encontraste a Hagrid en el callejón Knockturn, ¿verdad, Harriet?

-Sí , ¿Por qué? Dijo que había ido a comprar un repelente contra las babosas carnívoras -dijo Harriet con presteza.

Se quedaron en silencio. Tras una pausa prolongada, Hermione tuvo una idea elemental.

-¿Por qué no vamos y le preguntamos a Hagrid?

-Sería una visita muy cortés -dijo Harriet-. «Hola, Hagrid, dinos, ¿has estado últimamente dejando en libertad por el castillo a una cosa furiosa y peluda?»

Al final, decidieron no decir nada a Hagrid si no había otro ataque, y como los días se sucedieron sin siquiera un susurro de la voz que no salía de ningún sitio, albergaban la esperanza de no tener que hablar con él sobre el motivo de su expulsión. Ya habían pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Justin y a Nick Casi Decapitado, y parecía que todo el mundo creía que el agresor, quienquiera que fuese, se había retirado, afortunadamente. Peeves se había cansado por fin de su canción «¡Oh, Potter, eres una zote, estás podrida, o pienses mucho que te vas a incendiar, pelos de zanahoria...!»; Ernie Macmillan, un día, en la clase de Herbología, le pidió cortésmente a Harriet que le pasara un cubo de hongos saltarines. En marzo algunas mandrágoras montaron una escandalosa fiesta en el Invernadero 3. Esto puso muy contenta a la profesora Sprout.

-En cuanto empiecen a querer cambiarse unas a las macetas de otras, sabremos que han alcanzado la madurez -dijo a Harriet-. Entonces podremos revivir a esos pobrecillos de la enfermería.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora