Capítulo 10

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El mapa del merodeador
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A señora Pomfrey insistió en que Harriet se quedara en la enfermería el fin de semana. Ella no se quejó, pero no le permitió que tirara los restos de la Nimbus 2000. Sabía que era una tontería y que la Nimbus no podía repararse, pero Harriet no podía evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

Draco no había ido a visitarla como los demás, tal vez porque la gente sin parar, todos con la intención de infundirle ánimos. Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas, y Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había hecho y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía debajo del frutero.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarls el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que aseguró a Harriet con voz de ultratumba que no la culpaba en absoluto.

Ron y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche.

Hasta que un día, que ella estaba sola y la señora Pomfrey le daba sus medicamentos. Draco entró a la enfermería y la fue a visitar. Harriet no estaba contenta, estaba adolorida por el hecho de que parecía haberla olvidado.

-Hey.- la saludó Draco mientras se acercaba a sentarse en el banquito a su lado. Harriet no lo miraba, mantenía una mirada enojada en otra dirección. Draco suspiró, sabía por qué Harriet estaba molesta.- Mira... Yo... Lo siento.

-No habías venido. - susurró Harriet.

-No, yo lo sé y...

-¿Qué excusa tendrás ahora? - lo interrumpió Harriet.

-Me detestan, Weasley no me quiere ver cerca de ti, ninguno de ellos, ninguno de tu equipo de quidditch me quiere cerca, ninguno de tus amigos de Gryffindor, Granger me tiene miedo.- explicó Draco, con voz lenta y triste.- Sé que me lo gané, me impresiona como los demás te cuidan, incluso de mí.

-Ellos no saben que somos amigos, es lo mismo que con tus amigos Slytherin.- reclamó Harriet.- Tú te encargas de que sea... Privado. Tal vez por eso no me puedo enamorar de ti.- dijo con voz baja. Draco la miró triste.

-Mira, Potter, yo... Yo mismo me puse en esta situación y...

-Tienes miedo, Draco. ¡Tienes miedo de lo que dirán los demás: tus padres, tus amigos, las chicas a las que les gustas.

-¿Y tú a quién le temes?

Era verdad, internamente Harriet tenía miedo, miedo a que Draco la usara, que la desepcionara, que la desechara.

- A ti.

-¿No te he mostrado que he cambiado?- reclamó Draco.

-Sí, lo has hecho, pero ¿hasta cuándo?

-¿Qué quieres decir?- preguntó Draco temiendo la respuesta.

-Nada, Draco, nada.

-Dame una oportunidad, te molestaré.- pidió Draco.

-¿Una oportunidad de qué?

-De estar contigo, como un amigo más.

-Bueno, el que debería darse la oportunidad deberías ser tú.- dijo Harriet confundida. - Tú temes a los demás.

- Los Weasley me temen.- añadió

- Puedo hablar con ellos, pero no servirá a menos que demuestres ser diferente a la idea que tenemos todos de ti.- dijo Harriet. Era recorfortante tener a Draco ahí, aunque no hacía que lo de su escoba doliera menos, cuando Harriet se lo contó, Draco le propuso algo.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora