Capítulo 18

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La comprobación de las varitas
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Al despertar el domingo por la mañana, a Harriet le costó un rato recordar por qué se sentía tan mal. Luego, miró a su lado y vio que Draco se encontraba profundamente dormido, al parecer estaba babiando la almohada. Decidió no despertarlo y dejarlo dormir. Tomó su capa invisible y escribió una nota agradeciéndole lo que había hecho por ella y anunciando que iría a desayunar. Mientras escribía, una sensación de gratitud y pesar se apoderaba de ella. Deslizó la nota al lado de Draco.

Harriet se dirigió a la torre de Gryffindor y en cuanto apareció, los que ya habían vuelto del desayuno prorrumpieron en aplausos. Harriet intentó sonreír amablemente y se dirigió al dormitorio de los chicos, esperando a que Ron se encontrara ahí. Corrió las cortinas del dosel para intentar hablar con Ron y explicarle las cosas, pero la cama de su amigo se hallaba vacía. Evidentemente, había bajado a desayunar.

Una sensación de decepción y preocupación se apoderó de Harriet. Sabía que necesitaba hablar con Ron lo antes posible para aclarar las cosas. Decidió bajar al Gran Comedor y buscarlo entre la multitud.

Al entrar a la torre de Gryffindor, buscó con la mirada a Ron, pero no logró encontrarlo. Subió al dormitorio de chicos y tampoco se encontraba ahí, era claro que ya había bajado a desayunar.

Harriet avanzó con un suspiro hacia el Gran Comedor, aunque no le emocionaba la idea de ser recibida como una especie de heroína. Por otro lado, quedarse en el pasillo significaba lidiar con los hermanos Creevey, quienes la llamaban insistentemente para unirse a ellos. Decidió enfrentar la multitud y abrirse paso entre los estudiantes hasta llegar al retrato que conducía al salón.

Con un suspiro de alivio, atravesó el retrato y se encontró con Hermione, cuya mirada reflejaba preocupación y alivio al verla. Juntas se alejaron del ruido del comedor, buscando un lugar más tranquilo donde pudieran hablar sin ser interrumpidas.

-Hola -saludó ella, que llevaba una pila de tostadas envueltas en un servilleta-. Te traje esto... Anoche no dormiste en la torre e imaginé que... Ya habías vuelto. ¿Quieres dar un paseo?

-Me encantaría, por fin alguien normal. -le contestó Harriet, agradecida.

Bajaron la escalera y cruzaron el vestíbulo con prisa, sin siquiera echar un vistazo al Gran Comedor. Pronto, estaban caminando rápidamente por la explanada en dirección al lago, donde el barco de Durmstrang se veía como una mancha oscura reflejada en la superficie del agua.

El aire fresco de la mañana les movía el cabello mientras avanzaban, y Harriet aprovechaba para contarle a Hermione todo lo que había pasado la noche anterior. Para su alivio, Hermione no mostraba ni las más mínima duda, escuchándola y aceptando su explicació

-Bueno, estaba segura de que tú no te habías propuesto -declaró cuando Harriet terminó de relatar lo sucedido en la sala-. ¡Si hubieras visto la cara que pusiste cuando Dumbledore leyó tu nombre! Pero la pregunta es: ¿quién lo hizo? Porque Moody tiene razón, Harriet: no creo que ningún estudiante pudiera hacerlo... Ninguno sería capaz de burlar el cáliz de fuego, ni de traspasar la raya de...

-¿Has visto a Ron? -la interrumpió Harriet con urgencia.

Hermione reflexionó por un momento.

-Eh... sí... está desayunando -dijo.

Harriet frunció el ceño, preocupada.

-¿Sigue pensando que yo puse mi nombre?- Preguntó con ansiedad mientras el viento jugueteaba con su cabello.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora