Capítulo 19

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El vasallo de lord Voldemort
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Hermione dio un grito. Black se puso en pie de un salto. Harriet saltó también como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

—He encontrado esto al pie del sauce boxeador —dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.
Harriet sintió un brinco fuerte en el corazón. Snape estaba casi sin aliento, pero su cara rebosaba sensación de defensa.

— Vámonos, Harriet.— ordenó Snape, ella dejó de ver la capa con culpa y alivio y lo miró confusa.

—¿Por qué sabes que estoy aquí?

—Acabo de ir a tu despacho, Lupin.— respondió dirigiéndose a Lupin— Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo.

—Severus… —comenzó Lupin, pero Snape no lo escuchó. —Le he dicho una y otra vez a Dumbledore que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvieran el valor de utilizar este lugar como escondrijo. Sabía que serías un peligro para Harriet.

—¿Ahora la proteges? ¿Quién te crees? De seguro quieres acabar con ella o algo peor... Lily..

En ese momento Snape se aventó a Sirius, pero no utilizó la varita, Lupin se interpuso en medio de los dos.

— Maldito perro pulgoso.

—¡BASTA LOS DOS! —dijo Lupin, hablando aprisa—.  Severus, no lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harriet.

—Dos más para Azkaban esta noche —dijo Snape, con los ojos llenos de odio—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado…

—Idiota —dijo Lupin en voz baja—. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales?

¡PUM!

Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Éste perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.

—Vamonos, Harriet.— repitió.

—No.— respondió con firmeza.

—Dame un motivo —susurró Snape a Lupin—. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.

Black se detuvo en seco. Era imposible decir qué rostro irradiaba más odio. Harriet se quedó paralizada, sin saber qué hacer ni a quién creer.

Dirigió una mirada a Ron y a Hermione. Ron parecía tan confundido como ella, intentando todavía retener a Scabbers. Hermione, sin embargo, dio hacia Snape un paso vacilante y dijo casi sin aliento:

—Profesor Snape, no… no perdería nada oyendo lo que tienen que decir, ¿no cree?

—Señorita Granger, me temo que vas a ser expulsada del colegio —dijo Snape—. Tú, Potter y Weasley se encontraban en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, cierres la boca.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora