Capítulo 18

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La recompensa de Dobby
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Silencio era todo lo que hubo, Harriet, Ron, Ginny y Lockhart aparecieron en la puerta, llenos de barro, suciedad y, en el caso de Harriet, sangre. Todos los miraron muy impresonados, tanto por la visita como por su aspecto y participantes. Luego alguien gritó:

-¡Ginny!

Era la señora Weasley, que estaba llorando delante de la chimenea. Se puso en pie de un salto, seguida por su marido, y se abalanzaron sobre su hija.

Harriet, sin embargo, miraba detrás de ellos. El profesor Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo, junto a la profesora McGonagall, que respiraba con dificultad y se llevaba una mano al pecho. Fawkes pasó zumbando cerca de Harriet para posarse en el hombro de Dumbledore. Sin apenas darse cuenta, Harriet y Ron se encontraron atrapados en el abrazo de la señora Weasley.

-¡La salvaron! ¡La salvaron! ¿Cómo lo lograron?

-Creo que a todos nos encantaría enterarnos -dijo con un hilo de voz la profesora McGonagall.

La señora Weasley soltó a Harriet, que dudó un instante, luego se acercó a la mesa y depositó encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubíes incrustados y lo que quedaba del diario de Ryddle.

Harriet empezó a contarlo todo. Habló durante casi media hora, mientras los demás la escuchaban absortos y en silencio. Contó lo de la voz que no salía de ningún sitio; que Hermione había comprendido que lo que ella oía era un basilisco que se movía por las tuberías; que ella y Ron siguieron a las arañas por el bosque; que Aragog les había dicho dónde había matado a su víctima el basilisco; que había adivinado que Myrtle la Llorona había sido la víctima, y que la entrada a la Cámara de los Secretos podía encontrarse en los aseos...

La profesora Mcgonagall abrazó a Harriet fuerte, mientras no podía contener las lágrimas.

-Muy bien -señaló la profesora McGonagall, cuando se separó de Harrie-, así que averiguaron dónde estaba la entrada, quebrantando un centenar de normas, añadiría yo. Pero ¿cómo demonios conseguieron salir con vida, Potter?

Así que Harriet les relató la oportuna llegada de Fawkes y del Sombrero Seleccionador, que le proporcionó la espada. Pero luego titubeó. Había evitado hablar sobre la relación entre el diario de Ryddle y Ginny. Ella apoyaba la cabeza en el hombro de su madre, y seguía derramando silenciosas lágrimas por las mejillas. ¿Y si la expulsaban?, pensó Harriet aterrorizadq. El diario de Ryddle no serviría ya como prueba, pues había quedado inservible... ¿cómo podrían demostrar que era el causante de todo?

Instintivamente, Harriet miró a Dumbledore, y éste esbozó una leve sonrisa. La hoguera de la chimenea hacía brillar sus lentes de media luna.

-Lo que más me intriga -dijo Dumbledore amablemente-, es cómo se las arregló lord Voldemort para embrujar a Ginny, cuando mis fuentes me indican que actualmente se halla oculto en los bosques de Albania.

Harriet se sintió maravillosamente aliviada.

-¿Qué... qué? -preguntó el señor Weasley con voz atónita-. ¿Sabe qui-quién? ¿Ginny embrujada? Pero Ginny no ha... Ginny no ha sido... ¿verdad?

-Fue el diario -dijo inmediatamente Harriet, agarrándolo y enseñándoselo a Dumbledore-. Ryddle lo escribió cuando tenía dieciséis años.

Dumbledore tomó el diario que sostenía Harriet y examinó minuciosamente sus páginas quemadas y mojadas.

-Soberbio -dijo con suavidad-. Por supuesto, él ha sido probablemente el alumno más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts. -Se volvió hacia los Weasley, que lo miraban perplejos-. Muy pocos saben que lord Voldemort se llamó antes Tom Ryddle. Yo mismo le di clase, hace cincuenta años, en Hogwarts. Desapareció tras abandonar el colegio... Recorrió el mundo..., profundizó en las Artes Oscuras, tuvo trato con los peores de entre los nuestros, acometió peligros, transformaciones mágicas, hasta tal punto que cuando resurgió como lord Voldemort resultaba irreconocible. Prácticamente nadie relacionó a lord Voldemort con el muchacho inteligente y encantador que fue delegado.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora