Harriet Potter: Saga completa

Capítulo 21

El Frente de Liberación de los Elfos Domésticos

Harriet, Ron y Hermione fueron aquella noche a buscar a Pigwidgeon a la lechucería para que Harriet le pudiera enviar una carta a Sirius diciéndole que lo había logrado, en verdad lo había hecho, estarían orgullosos de ella y había demostrado que no era solo famosa por algo que me sucedió de bebé, sino que se lo ganaba. Por el camino, Harriet puso a Ron al corriente de todo lo que Sirius le había dicho sobre Karkarov. Aunque al principio Ron se mostró impresionado al oír que Karkarov había sido un mortífago, para cuando entraban en la lechucería se extrañaba de que no lo hubieran sospechado desde el principio.

-Todo encaja, ¿no? -dijo-. ¿No recuerdan de lo que dijo Malfoy en el tren de que su padre y Karkarov eran amigos? Ahora ya sabemos dónde se conocieron. Seguramente en los Mundiales iban los dos juntitos y bien enmascarados... Sé que es una acusación grave a tu suegro, Harriet pero...

-Adelante.

-Pero te diré una cosa: si fue Karkarov el que puso tu nombre en el cáliz, ahora mismo debe de sentirse como una idiota, ¿a que sí? No le sirvió, ¿verdad? ¡Sólo recibiste un rasguño! Ven acá, yo lo haré.

Pigwidgeon estaba tan emocionado con la idea del reparto, que daba vueltas y más vueltas alrededor de Harriet, ululando sin parar. Ron lo atrapó en el aire y lo sujetó mientras Harriet le ataba la carta a la patita.

-No es posible que el resto de las pruebas sean tan peligrosas como ésta... ¿Cómo podrían serlo? -siguió Ron, acercando a Pigwidgeon a la ventana.

-No retes a mi suerte.

-¿Sabes qué? Creo que podrías ganar el Torneo, Harriet, te lo digo en serio.

Harriet sabía que Ron sólo se lo decía para compensar de alguna manera su comportamiento de las últimas semanas, pero se lo agradecía de todas formas. Hermione, sin embargo, se apoyó contra el muro de la lechucería, cruzó los brazos y miró a Ron con el entrecejo fruncido.

-A Harriet le queda mucho por andar antes de que termine el Torneo -declaró muy seria-. Si esto ha sido la primera prueba, no me atrevo a pensar qué puede venir después.

-Eres la esperanza personificada, Hermione -le reprochó Ron, Harriet asintió-. Parece que te hayas puesto de acuerdo con la profesora Trelawney.

Arrojó al mochuelo por la ventana. Pigwidgeon cayó cuatro metros en picado antes de lograr remontar el vuelo. La carta que llevaba atada a la pata era mucho más grande y pesada de lo habitual: Harriet no había podido vencer la tentación de hacerle a Sirius un relato pormenorizado de cómo había burlado y esquivado al colacuerno volando en torno a él.

Contemplaron cómo desaparecía Pigwidgeon en la oscuridad, y luego dijo Ron:

-Bueno, será mejor que bajemos para tu fiesta sorpresa, Harriet. A estas alturas, Fred y George ya habrán robado suficiente comida de las cocinas del castillo.

-Sorpresa ya no es.- dijo Hermione.

Por supuesto, cuando entraron en la sala común de Gryffindor todos prorrumpieron una vez más en gritos y vítores. Había montones de pasteles y de botellas grandes de zumo de calabaza y cerveza de mantequilla en cada mesa. Lee Jordan había encendido algunas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que no necesitaban fuego porque prendían con la humedad, así que el aire estaba cargado de chispas y estrellitas. Dean Thomas, que era muy bueno en dibujo, había colgado unos estandartes nuevos impresionantes, la mayoría de los cuales representaban a Harriet volando en torno a la cabeza del colacuerno con su Saeta de Fuego, aunque un par de ellos mostraban a Cedric con la cabeza en llamas.