Capítulo 11

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La Saeta de Fuego
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¿Por qué nadie le había explicado nada de aquello? Dumbledore, Hagrid, el señor Weasley, Cornelius Fudge... ¿Por qué nadie le había explicado nunca que sus padres habían muerto porque les había traicionado su mejor amigo?

Ron y Hermione observaron intranquilos a Harriet durante toda la cena, sin atreverse a decir nada sobre lo que habían oído, porque Percy estaba sentado cerca.

Cuando subieron a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, habían lanzado media docena de bombas fétidas.

Harriet, que no quería que Fred le preguntara qué había hecho con George, ni que el tema saliera. Se fue a el dormitorio vacío y abrió el armario. Echó todos los libros a un lado y rápidamente encontró lo que buscaba: el álbum de fotos encuadernado en piel que Hagrid le había regalado hacía dos años, que estaba lleno de fotos mágicas de sus padres. Se sentó en su cama, corrió las cortinas y comenzó a pasar las páginas hasta que...

Se detuvo en una foto de la boda de sus padres. Su padre saludaba con la mano, con una amplia sonrisa. El pelo negro y alborotado se levantaba en todas direcciones. Su madre, radiante de
felicidad, estaba tomada del brazo de su padre. Con su radiante cabello pelirrojo, cayendo como castada sobre sus hombros hasta llegar a su cintura.

Y allí... aquél debía de ser. El padrino de Harriet, nunca le había prestado atención. Si no hubiera sabido que era la misma persona, no habría reconocido a Black en aquella vieja fotografía.

Su rostro no estaba hundido y amarillento como la cera, sino que era hermoso y estaba lleno de alegría. Estaba vestido con un chaleco de traje, irradiando rebeldía, con las mangas arremangalas, una corbata mal colocada y el cabello largo amarrado en un coleta, sus brazos no mostraban todos los tatuajes que ahora tenía en los carteles de Azkaban. Mas uno solo, un camino de huellitas de perro subiendo por su brazo derecho.

¿Trabajaría ya para Voldemort cuando sacaron aquella foto? ¿Planeaba ya la muerte de las dos personas que había a su lado? ¿Se daba cuenta de que tendría que pasar doce años en Azkaban, doce años que lo dejarían irreconocible?

«Pero los dementores no le afectan -pensó Harriet, fijándose en aquel rostro agradable y risueño-. No tiene que oír los gritos de mi madre cuando se aproximan demasiado...»

Al otro lado se encontraba el profesor Lupin, con ya algunas de sus cicatrices más marcadas en su rostro, se veía tímido, pero muy feliz, cansado, pero no tanto como ahora.

Harriet lo contempló, ¿Debía preguntarle?, ¿Por qué él tampoco le dije algo?, No debía mencionarlo, ya debía doler mucho saber que la persona en la que confiabas acabó con su mejor amigo como para tener que hablar de él, pero las preguntas abundaban en su cabeza.

Harriet cerró de golpe el álbum y volvió a guardarlo en el armario. Se quitó la túnica y los zapatos y se metió en la cama, asegurándose de que las cortinas la ocultaban de la vista.

Se abrió la puerta del dormitorio.

-¿Harriet? -preguntó la dubitativa voz de Hermione.

Pero Harriet se quedó quieta, simulando que dormía. Oyó a Hermione que salía de nuevo y se dio la vuelta para ponerse boca arriba, con los ojos muy abiertos. Sintió correr a través de sus venas, como veneno, un odio que nunca había conocido.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora