Capítulo 3

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El autobús nocturno
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Se alejó varias calles, por fin podía tomar aire. Cuando comenzó a darse cuanta de lo que había hecho.

-Oh, Dios mío- se dejó caer sobre un muro bajo de la calle Magnolia, jadeando a causa del esfuerzo. Se quedó sentado, inmóvil, todavía enojada, escuchando los latidos acelerados del corazón. Pensaba en todo lo que podía pasar.- Me van a expulsar, ahora entiendo cuando Hermione prefería morir, oh, no, no, no, no. Me van a hacer algo, estoy en medio de la nada, sola y... Si ya hice magia... ¿Podré hacerla para defenderme?

Se sobrecogió de su nueva emoción: el pánico. De cualquier manera que lo mirara, nunca se había encontrado en peor apuro. Estaba abandonada a su suerte y totalmente sola en el sombrío mundo muggle, sin ningún lugar al que ir.

-¿Dónde están las personas que dicen estar paca mí en todo momento cuando más lo mecesito?- dijo temerosa y enojada, cualquier ráfaga de viento fuerte que movía las hojas la asustaba.- Bueno, tampoco puedo pedir tanto cuando no hay como hablarle. Harriet, el primer indicio de la locura es hablar sola, oh, pero vamos, siempre lo he hecho.

Se calló de inmediato porque un arbusto se movió por el viento.

-¿Lo ves? Completamente loca, ya empiezo a sonar como mi tía. Harriet, ya cállate. Tampoco tengo dinero muggle.- Le quedaba algo de oro mágico en el
monedero, en el fondo del baúl, pero nunca lo aceptarían, además no tenía a dónde ir en medio de la noche.- Ahh, Harriet, Harriet, Harriet, ¿Qué has hecho?

Miró la varita mágica, que todavía tenía en la mano. Si ya lhabían expulsado (el corazón le latía con dolorosa rapidez), un poco más de magia no empeoraría las cosas. Tenía la capa invisible que había heredado de su padre. ¿Qué pasaría si hechizaba el baúl para hacerlo ligero como una pluma, lo ataba a la escoba, se cubría con la capa y se iba a Londres
volando?

Podría sacar el resto del dinero de la cámara y... comenzar su vida... Escondida . Era un horrible panorama, pero no podía quedarse allí sentada o alguien más tomaría la decisión de qué hacer con su vida

Un extraño cosquilleo en la nuca le provocaba la sensación de que la
estaban vigilando, pero la calle parecía desierta y no brillaba luz en ninguna
casa.

Volvió a inclinarse sobre el baúl y casi inmediatamente se incorporó de nuevo, todavía con la varita en la mano. Más que oírlo, lo intuyó: había alguien detrás de ella, en el estrecho hueco que se abría entre el garaje y la valla. Harriet entornó los ojos mientras miraba el oscuro callejón. Si se moviera, sabría si se trataba de un simple gato callejero o de otra cosa.

-Estoy loca, estoy loca, es un gato.-susurró Harriet. Harriet forzó la vista y vio inítidamente, la silueta descomunal de algo que tenía ojos grandes y brillantes. - O tal vez no.

Se echó hacia atrás. Tropezó con el baúl. Alargó el brazo para impedir la caída, la varita salió despedida de la mano y él aterrizó junto al bordillo de la acera.

Sonó un estruendo y Harriet se tapó los ojos con las manos, para protegerlos de una repentina luz cegadora...

Dando un grito, se apartó rodando de la calzada justo a tiempo. Un segundo más tarde, un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido exactamente en el lugar en que había caído Harriet. Era un autobús de tres plantas, pintado de morado vivo, que había salido de la nada. En el parabrisas llevaba la siguiente inscripción con letras doradas:

AUTOBÚS NOCTÁMBULO.

-Mierda, en verdad el mundo me quiere muerta.

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora