Capítulo 17

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El perro, el gato y la rata
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A Harriet se le quedó la mente en blanco a causa de la impresión. Los cuatro se habían quedado paralizados bajo la capa invisible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.

—¡Hagrid! —susurró Harriet para raparse la boca y llorar. Sin pensar en lo que hacía, fue a darse la vuelta, pero Draco lo tomaron por el brazo.

—No podemos —dijo Draco, blanco como una pared—. Lo metas en problemas, a todos, si se enteran que lo fuimos a ver...

Hermione respiraba floja e irregularmente.

—¿Cómo… pudieron…? —preguntó jadeando, como si se ahogase—. ¿Cómo pudieron?

—Vamos —dijo Ron, tiritando.
Reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. El sol se escondía. Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.

—Scabbers, estate quieta —susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsillo—. ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta… ¡AY! ¡Me mordiste!

—¡Ron, cállate! —susurró Hermione—. Fudge se presentará aquí...

Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.

—¿Qué le ocurre?

Pero Harriet acababa de ver a Crookshanks acercándose a ellos sigilosamente, arrastrándose y con los grandes ojos amarillos destellando pavorosamente en la oscuridad. Harriet no sabía si el gato los veía o se orientaba por los chillidos de Scabbers.

—¡Crookshanks! —gimió Hermione—. ¡No, Crookshanks, vete,! ¡Vete!

Pero el gato se acercaba más…

—Scabbers… ¡NO!

Demasiado tarde… La rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanks se lanzó tras el roedor, y antes de que Harriet y Hermione pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad.

—¡Ron! —gimió Hermione.

Ella y Harriet se miraron , pero Draco ya estaba corriendo tras él, ellas los siguieron. Era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, así que se la quitaron y Harriet la guardia de un solo movimiento en su bolsa, ondeando. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a Crookshanks.

—Aléjate de él…, aléjate… Scabbers, ven aquí…

Oyeron un golpe seco.

—¡Te tengo! Vete de aquí, gato asqueroso.

Harriet y Hermione casi chocaron contra Ron. Draco detuvo a Harriet. Ron estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.

—Vamos, Wesley, tenemos que cubrirnos —dijo Hermione jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.

Pero antes de que pudieran volver a taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros.

Harriet quiso tomar la varita, pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras la golpearon el pecho. Harriet cayó de espaldas, el golpe le quitó el aliento. Sintió el cálido aliento del fardo, su cara a tres centímetros de longitud…

Harriet Potter: Saga completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora