Capítulo VIII. Medusa vs Poseidón.

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Rihanna.

- "¡Mierda!, ¡Mierda!, ¿Cómo coño ha podido hacer esto?, ¿A qué clase de animales contrató para conseguir arrancar esta estantería de la pared?"- dije en alto mientras contemplaba el espectáculo grotesco que tenía ante mí.

Lleva una semana sufriendo al maldito CEO, después de tres maravillosos días de descanso, que se me concedieron, al darme de alta del hospital, ese día que cierto CEO me había declarado la guerra. Tras tres días de paz y tranquilidad que me pasé con mi abuela, y mi hijo, tuve que incorporarme, para entrar de lleno en la batalla que mi desquiciado jefe, había entablado de mutuo propio, conmigo.

Me cogió desprevenida el primer día que me incorporé, ya que tras horas de comportarse como un jefe frio y distante, mientras nos daba a todo el personal de presidencia órdenes a diestro y siniestró, como si hubiera tenido un mal día, todos y cada uno de los empleados, se hallaban asustados ante el gran cambio que había tenido el CEO, que se mostraba más serio, e inaccesible. Ese ser, bipolar, por decirlo suavemente, se transformaba cuando me encontraba con él a solas, en su despacho. Pasando de ser un ser frio y oscuro tipo Batman, a un perfecto Joker, con perversas intenciones.

Sus sonrisas diabólicas al verme entrar, contrastaba con esa seriedad que mostraba delante de todo el personal de la empresa, era como el dotor Jekyll y Mr. Hyde. Su mirada seguía cada uno de mis movimientos, y lo peor era que mi cuerpo era consciente de ello, me inquietaba sentir su mirada intensa sobre mí, para desconcertarme. Pero lo peor era que mientras hacía todo eso, usaba frases de doble sentido, para alterarme, para ver como reaccionaba. Estoy convencida que su misión es jugar conmigo, como cuando un gato juega con un ratón, antes de devorarlo.

Es muy inteligente, no se acerca, normalmente su acoso lo hace sentado desde su despacho con una sonrisa que podrás calificar de siniestra, con la manos cruzada o extendida, recostado en su sillón, mientras sus ojos graban cada una de las partes de mi cuerpo con su mirada, y dice cosas como.

- "Si quiere intentar pasar desapercibida y controlada, señorita Morris, debería pensara en usar otra estrategia, esta ropa que usa de abuela, con ese recogido tipo profesora solterona de francés, lo único que hace pensar a un hombre inteligente, y yo me precio mucho de serlo, es que tiene algo que ocultar, y le den ganas de descubrirlo."- me decía con esa sonrisa diaboliza, sin hacer ningún movimiento para acercarse a mí.

Se que, con esta técnica de bombardeo a distancia, quería hacerme ver que le era muy fácil desestabilizarme, sin hacer un solo movimiento de acercamiento por su parte, y la verdad, a veces lo conseguía, pero aprendí a no manifestarlo delante de él, siempre me comportaba como la eficiente secretaría, de un jefe molesto, que se comportaba en ocasiones como un niño caprichoso.

Aunque una vez que estaba a solas, saltaba de rabia y maldecía como un marinero, acordándome de todos los ancestros de cierto CEO gilipollas. Las cartas de renuncia se habían comenzado a acumular más rápidamente que de costumbre, en mi gaveta del escritorio. Llegué a escribir hasta tres en un día, se había convertido en una terapia de des estrés escribirlas, cada vez que ese estúpido me sometía a una de esas estúpidas prueba para desequilíbrame, y conseguir que reaccionara asesinándolo.

Pero la última que había montado en su despacho, era muy difícil de controlar hasta para mí. De alguna manera que no entiendo, como tampoco entiendo su fin, el estúpido CEO, había arrancado la estantería que estaba anclada con tornillos reforzados de su despacho, haciendo que su contenido cayera al suelo, lo gracioso era que aunque los libros y carpetas de informes estaban esparcidas por el suelo, como si hubieran caído desde una gran altura, los premios y las decoraciones de cristal, así como los portarretratos que tenían en esa estantería, estaba en el suelo, colocados con cuidado y, pese a verse, supuestamente, caído también, y de forma milagrosa e incomprensible, ninguna de esas cosas estaba rota.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora