Capítulo XI. Confesiones entre Medusa y Andrómeda.

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Rihanna.

Estaba en el parque con mi hijo mientras él jugaba en los columpios. Yo intentaba que mi mente traidora, no trajera de nuevo recuerdos de ese maldito beso que, como una idiota, había iniciado yo esta mañana. La verdad, en mi estúpida inteligencia, que visto lo visto, no era gran cosa, pensé que, si besaba de forma agresiva a ese hombre, y luego lo dejan con las ganas, le daría una lección. Muchos hombres temían a las mujeres que eran abiertas en su sexualidad, y solían huir como conejos, en cuanto esta tomaba la iniciativa.

Al parecer este no era el caso, de lo que no me había dado cuenta era que, no sólo el tacto de los labios de Rayco Viera eran como un afrodisiaco para una mujer, sino que, cuando él tomó el control de la situación, al yo tardar demasiado en separar mis labios de él, me quedó claro que cuando ese hombre besaba, desnudaba vírgenes sin tocarlas, voluntariamente todas las mujeres sin excepción, incluida yo, nos sometíamos a ese hombre.

Estaba tan concentrada de nuevo en mis pensamientos que, si mi hijo no me toca y me grita, ni me hubiera dado cuenta de que me estaba hablando.

- "¡Mamá!, ¡Mamá ...! Te está sonando el teléfono"- le miré y me di cuenta de que era verdad, me estaba sonando el teléfono. Sonreí y mirando el teléfono me di cuenta de que era un número que desconocía.

- "¿Sí? ¿Quién es?"- dije descolgando, mientras con la mano le indicaba a mi hijo que siguiera jugando en el columpio.

- "¿Dónde estás? ¿Y por qué tardas tanto en coger el teléfono?"- la voz de Emilia Bencomo me sorprendió.

- "¿Señora Bencomo?"- dije sorprendida.

- "No seas estúpida, esa es mi suegra, yo soy Emy, ya que somos amigas."- me dijo, e incluso miré el teléfono extrañado.

- "¿Somos amigas?"- repetí.

- "Pero ¿qué te pasa? ¿Eres un loro o qué?, ¿Dónde estás? Tenemos que vernos."- me ordenó.

- "Esto es ridículo ¿Qué hace la señora Bencomo dándome órdenes?"- pensé.

- "Estoy ocupada en el parque con mi hijo. ¿No tienes alguna amiga a la que molestar?"- le dije mostrándome como siempre, igual de borde. Pero al parecer, a la italiano-americana, eso no le molestó.

- "Perfecto voy a dar contigo, tengo muchas ganas de ver a Kenai, y no te niegues, sabes que soy la única que conozco tu secreto."- me dijo con un tono de burla en la voz.

- "¿Me estas amenazando?"- pregunté incrédula.

- "Si hace falta. Eres muy cabezota, Medusa, tener amigas nos es malo, y si tu amiga fue antes tu enemiga, mejor que mejor, porque eso quieres decir, que conocemos nuestros peores momentos, y hasta donde somos capaces de llegar."- su lógica era aplastante. Le di mi dirección y esperé a que llegara, mientras miraba a Kenai jugar con otros niños y niñas.

- "Así que, aquí estas, Medusa besadora."- la voz de Emy me hizo girarme, sonrojada al entender lo que me había dicho. El muy bocazas de la babosa se había ido de la lengua.

- "Si, de esa maravillosa lengua que tuviste metida en tu boca, mientras casi te desmayas de placer."- una voz en mi interior, que me llevaba atormentando desde que besé a ese estúpido, hizo acto de presencia en mi cabeza.

- "¡Rayco Vieira, vas a morir!"- dije en alto haciendo que Emy estallara de risa.

- "Veo que aún sigue la lucha, bien, antes de nada, y porque me muero por conocerlo, preséntame a Kenai, ese inteligente niño me tiene el corazón robado, desde que hablé con él por el teléfono."- me dijo Emy sentándose a mi lado, mientras más de cuatro escoltas nos rodeaban.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora