Capítulo XVIII. Desconcierto y Secretos.

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Rayco.

- "¿Dónde se ha metido esta maldita bruja?"- dije en alto, mientras Benearo, y Ruyman me escuchaban a través del móvil, hacia tres días que Rihanna había desaparecido.

- "Le ha dado fuerte, ¿no recuerdas esa sensación?"- dijo Benearo, hablando con su hermano, como si yo no estuviera también en la conversación.

- "Claro, aun la siento, cada vez que Andrómeda, hace de las suyas, cuando sale de casa sin decirme nada, y tengo que saber dónde está, a través de los escoltas, es un infierno."- dijo Ruyman contestando a su hermano.

Esos cabrones, me estaban ignorando mientras yo estaba atravesando un desierto, sólo y sin agua, decididamente tengo que cambiar de amigos.

Pero la culpa no es de ellos, para los gemelos Bencomo, los gemelos del terror, ser gilipollas, es genético. La culpa la tiene cierta Medusa seductora, que después de hacerme tocar el cielo, y vivir en él unos segundos, me arrojo a la basura, sin posibilidades de redención posible.

No sólo se conformó con hacerme pasar la noche más alucinante y esclavizadora que un hombre puede pasar con una mujer que es pecado pudo tan sólo con mirarte, sino que encima, al día siguiente desaparece de tu vida, sin tan siquiera dejar rastro a su paso, sólo un coche abandonado en un parking de un hospital, y un maldito permiso por un supuesto fallecimiento familiar. Los del departamento personal aún están esperando que se comunique con ellos, para decirles, que familiar es, y que reporte al menos el acta de fallecimiento.

Pero ni todos mi escoltas y personal de seguridad, que he puesto a buscarla han dado con ella, el único recuerdo que tengo, que me hace ver que lo de anoche no fue un espejismo, es su ropa interior y los restos de un vestido de noche, que no pude evitar arrancar de su cuerpo, cuando la hice mía. Y sobre todo que me falta de mi vestidor, una camisa de botones Armani blanca, y un nos bóxer de deporte, ropa con la que supongo la maldita gorgona huyó, al menos como yo, ella tiene lago mío, consigo.

Aún recuerdo la sensación de despertarme sólo, con el olor de su piel em mi cuerpo, y en mis sabanas, que estaban aún tembladas, llamarla y buscarla por toda la casa, imaginé que se había ido en un taxi. Ni Carles, me pudo decir nada, porque en mi decisión de secuestrar a Medusa, había dado el día libre a todo el personal de servicio de la mansión, pretendía pasar el fin de semana disfrutando de ese cuerpo, en cada habitación, o en cada rincón de mi casa, quería tener un recuerdo muy vivo de esa tentadora mujer, durante mucho tiempo, y repetirlo todas las veces que hiciera falta, ese iba hacer mi castigo, por hacerme volverme loco por ella, por cómo me hacía sentir.

Pero, como con todo, con Medusa, no se puede planificar nada, siempre te sorprende, primero ni en mis sueños, hubiere previsto, que esa mujer se me metería tanto bajo la piel, hasta llegar a lugares que ninguna había llegado, y no hablo de la maldita palabra que está prohibida en mi vocabulario, yo no puedo amar, no sé lo que es eso, en mi familia, mis padres nunca se amaron, y quitando el amor fraternal que me enseñó que existía la familia Bencomo, donde todos se cuidan y se protegen, para los Viera, el amor, era algo tabú.

Ningún familiar mío, que yo recuerde, había hecho nada por amor, hasta los hermanos de mi padre, sólo se habían movido por intereses, intentado arrebatarme, mi herencia. Gracias a un Carlos Bencomo, que fue tan leal a su mejor amigo, mi herencia fue protegida de los podridos de mis tíos, y de mi "amorosa" madre.

Como decía, no hablo de esa palabra maldita, pero sí habló, de una atracción que pocas veces se dan en la vida, de una conexión, que es muy difícil de sentir, una como la que sienten los hermanos Bencomo por sus mujeres y su marido, algo único e irrepetible, que, aunque ellos llaman amor, yo le doy otro nombre, si no a que es debida esta ansiedad de volverla ver, de saber si se arrepiente, de saber si fue tan significativo para ella, como lo fue para mí.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora