Capítulo XLIX. Un momento de sinceridad.

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Rihanna.

Lo miré a través de la ancha mampara de protección. Él ni me quería mirar. Mantenía su expresión, fría y distante, mirando a un punto indeterminado, que estaba detrás de mí. Todo esto me parecía surrealista, llevaba más de cinco minutos mirándolo, sin decir nada, sinceramente, las palabras que también había preparado en mi cabeza, antes de venir, no querían salir de mi boca.

Al principio pensé que se iba a negar a verme, sabía que me odiaba, y eso era algo triste, ya que por mi sangre corría también parte de su herencia genética, algo que yo trasmitiría a mis hijos, en definitiva, yo, y mi descendencia, somos la única prueba de que, Hogan Morris, existió en este mundo alguna vez. Y, aun así, el odio que destilaba ese hombre, lo estaba consumiendo.

Yo por mi parte, aunque lo despreciaba, por lo que le había hecho a mi madre, también sabía que, el verdadero objetivo de mi padre era mi marido, y eso decía mucho de la clase de persona que era.

Una persona enferma por el odio, los perjuicios y el orgullo, nunca le perdonaría lo que había hecho, ni los años en los que me maltrató psicológicamente, ni el que intentara quitarme a mi hijo, ni siquiera que quisiera acabar con el hombre que amo, aunque esto sabía, que, en el fondo, eso era más bien obra de la madre de Rayco.

Lo sospechaba porque conocía a ese ser que tenía frente de mí, era un ser despreciable, que se movía por sus propias opiniones, donde el valor de una mujer sólo existía si se sometía al mandato de su hombre, para un misógino machista como mi padre, si quería acabar conmigo, sólo tenía que eliminar, a Rayco, y yo me convertiría en un ser débil y manipulable, creo que, por eso, y sólo por eso, ayudó a Nayra a intentar acabar con su hijo.

Con lo que no contaba era que mi madre se despertara, por primera vez, el instinto protector hacia su hija, un instinto que deberíamos tener todas las madres, excepto un ser tan desnaturalizado, como Nayra Vieira.

Y pensar en mi madre fue lo que me dio fuerzas para sacar de mi interior todo el odio y el rencor que ese hombre me despertaba. Hoy, en este día, terminaría los pocos lazos de unión que me ataba a Hogan Morris, para olvidarlo para siempre, y seguir con mi vida.

- "¿No te arrepientes?, ¿verdad? Contéstame a una pregunta, Hogan, ¿Alguna vez has amado a mi madre? Se que mí no, soy una completa decepción, para ti, pero sabes que tú lo eres más para mí. Si Jeff estuviera vivo, te odiaría ahora mismo."- sólo nombrar a mi hermano fallecido, fue lo que le hizo reaccionar, y mirarme con odio descarnado.

- "¡No tienes derecho a nombrarlo!, él fue mil veces mejor que tú, no te mereces recordarlo, es una maldita of..."- lo interrumpí atacándole.

- "Primero yo no fui quien lo mató, fueron tus deseos, a mi hermano nunca lo conociste de verdad, te limitabas ordenarle como a uno de tus hombres, hablas con orgullo de él, pero ni tú, ni mamá, lo conocían realmente, el único defecto que tenía mi hermano era que te tenía miedo, por eso obedecía todo lo que le decías, ¿Alguna vez supiste que era lo que mi hermano quería de verdad, lo que le gustaba? "- le hice otra pregunta que él, como la anterior, no contestó.

- "Tu hermano tenía claro su futuro, lo supo casi desde que nació, al contrario de ti, el cumplió con lo que se esperaba de él, tú sólo naciste para matar la esperanza de tu madre y las mías, y al final, conseguiste que esa estúpida fuera en mi contra, algo que nunca había hecho."- me reprochó ese hombre.

Sabía que toda la conversación la estaba escuchando Rayco que se encontraba detrás de mí, junto a la puerta, esperaba que, en cualquier momento, me sacara de allí, si él consideraba que las palabras de mi padre me afectarían tanto como para ponerme mal, pero por alguna extraña razón, no me afectaban, no sentía nada, las había oído tantas veces durante mi niñez y mi adolescencia, que ya no significaban nada para mí.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora