Capítulo XIV. La respuesta a una provocación.

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Rayco.

- "¿Se puede saber que pretendes Ray, querido?"- me pregunto, Emy Bencomo, cuando a la llegar a la fiesta me reuní con ella y con su marido, el salvaje de Zape.

- "¿A qué te refieres preciosa Andrómeda?"- le pregunté, mientras disimuladamente miraba de vez en cuando a la entrada del salón de eventos.

Un gruñido ronco me aviso, que dejara de tomarme libertades con la esposa de mi mejor amigo, lo de "preciosa" sobraba.

- "¿No lo entiendo Zape?, sabes que tu esposa es la mujer más atractiva de la fiesta, porque te molesta que otros lo reconozcan, al contrario, deberías estará orgulloso de que la mujer masa atractiva de este antro sea tuya, tienes que ser menos celoso, amigo."- le dije a Zape burlándome de él, mientras su esposa se reía también, y él me miraba con una mirada afilada de advertencia.

- "Tranquilo, Perseo, pronto eso de ser la más atractiva será discutible, y de seguro, se llevará toda la atención masculina de la sala, así le pasaras la pelota a otro hombre, a otro que lo pasaran verdaderamente mal esta noche, pero no cambies de tema, Rayco Vieira, que pretendes con ese jueguito que tienes con mi amiga Rihanna Morris."- yo la miré sorprendido, y no sólo yo también su esposo.

- "¿Desde cuándo tú y la señorita Morris sois amigas, preciosa?"- le preguntó su esposo robándome, las palabras de la boca.

- "Desde que tu mujer fue salvada por Medusa, cuando la querían secuestrara, ahora, volvamos al tema, y dejen de interrumpirme los dos, ¿qué es lo que quieres hacerle a mi amiga?"- volvió a preguntarme con una mirada sugerente, yo no pude evitar reír.

- "NO creo que deba explicártelos, Emy, querida, además si tu marido nunca me cuenta nada de los escabrosos, y muy ardientes, momentos que pasada contigo, ¿Por qué yo tengo que decir nada de los que sucede entre mi asistente y yo?"- dije con mi traviesa sonrisa en mis labios, mientras bebía de mi copa de vino.

Ruyman me miro con una de esas miradas típicas en él, que querían decir, que ni de coña lo iba saber, y que su situación y la mía, no eran lo mismo. Pero de repente sus ojos cambiaron a una mirada de asombro, mientras apartaba sus ojos de mí, para mirar al fondo de la sala, donde un fuerte murmullo comenzaba a producirse.

- "Tranquilo, Perseo, pronto vamos a divertirnos, si ese ser venido del cielo, hace su trabajo, creo que aquí Poseidón, va a desatar un océano de celos."- no entendí que dijo Andrómeda, hasta que me giré hasta donde mis dos amigos estaba mirando, y donde venían muchas palabras de admiración, y sorpresa.

- "¿Pero que mierda se...?"- comencé a decir, pero me interrumpía mí mismo.

Literalmente me ahogue con mi saliva, y mientras intentaba controlarme para no asfixiarme, no podía aparatar mis ojos de la visión que se desarrollaba ante mí, mi corazón comenzó a latir como si estuviera en una carrera de fondo, y el maldito aire no quería entrar en mis pulmones, mis ojos se dilataron ante la sorpresa de forma exagerada, y mis manos temblaron hasta que, al no poder sostenerla, mi copa de vino cayó al suelo.

- "¿Qué demonios se había hecho esa maldita mujer?, ¿Quería matarme de la impresión?, ¿Por qué se había presentaron, como una maldita ninfa arrebatadora y seductora de hombres?, y lo que era peor ¿Por qué todos los hombres de esta maldita sala se acercaban a ella como abejas a la miel? ¿Qué creían, que tenían la posibilidad de conquistarla?"- pensaba rápidamente mi confundido cerebro, mientras incomprensiblemente una frase que no sé de dónde ha salido, me golpeaba en la mente como mi cerebro fuera un yunque, y ella un martillo- "¡Ella es mía!, ¡sólo mía!"-

Esto despertó una ira, que hasta entonces desconocía, y se apoderó de mí, de mi mente, y de mi cuerpo. Comencé a asesinar, en mi imaginación, a cada hombre que se le acercaba, cada asesinato que cometía era cada vez más sangriento, hasta que una larga película en mi mente, estilo Gore, comenzó a amontonar cadáveres a mi paso.

Para colmo esa maldita Gorgona no ayudaba, con esa sonrisa, y ese cuerpo, que hacían que el hombre se arrojara a una muerte segura, sin pensarlo dos veces, ¿Cómo se podía pasar de una secretaria estricta, tipo Terminator, a ser un ser de fuego, que destilaba sensualidad y deseo, tan sólo con respirar? Afrodita, la diosa del amor y la pasión, al lado de esta mujer, era una maldita colegiala con gafas y coletas.

Tras mirarme, una sola vez, puede ver un pequeño brillo de diversión en sus incompresiblemente enormes y seductores ojos, que me hicieron arder aún más por dentro. Con mujeres así, era normal, que hubiera guerras, o que se destruyeran imperios, una bruja así, se te metía a muy dentro, y te robaba la voluntad, esclavizándote, sin que tú, ni tan siquiera, intentarás resistirte.

Vi como la ninfa de fuego, se alejaba de esos hombres que la rodeaban que quedaban mortalmente heridos por su indiferencia. Pero yo, lo agradecí, por unos segundos, ya que lo único que hizo la maldita aniquiladora, fue cambiar de objetivo, se acercó al primero de los invitados, que le había mandado que espiara. La sonrisa con la que recibió el grupo de hombres, donde estaba el objetivo, a la llegada de tremenda tentación de mujer, me hizo arrepentirme de manera automática, del encargo que le hice.

- "Ves querido esposo porque al final teníamos que venir, esto se va a poner muy divertido, menos mal que convencí a Medusa de que se pusiera ese vestido, esta noche los hombres vas a arrojarse a sus pies, tan sólo por una sonrisa de esa tentadora."- sin apartar la vista de mi cambiada secretaria, pregunté, con una voz muy ronca que apenas reconocí como mía.

- "¿Fue obra tuya eso? ¿Me estas castigando por algo, Andrómeda? ¿Es que tu mujer quiere matarme, Zape?"- hice una pregunta detrás de otras, ya que mi mente apenas funcionaba, estaba más atenta a cierto grupo, donde mi desconocida asistente, hipnotizaba a todos.

La risa de mi sádico amigo, no se hizo esperar.

- "No, simplemente a mi esposa, le gusta hacerme feliz, y te lo puedo asegurar, verte hacer el gilipollas celoso toda la noche, me hará muy feliz, te los aseguro"- lo miré por primera vez con ira.

- "Ajustaremos cuantas, tú y yo, y en una temporada besar a tu mujer, te será dolorosos, te lo aseguró, Zape, así me vengaré de los dos."- dije en un gruñido, mientras mi mirada volvía al maldito grupo, donde casi salto, cuando una carcajada sensual por un comentario que habían dicho hizo que esa mujer se riera como si de su interior saliera una gran obra musical, y mis manos temblaron, mientras se me cortaba de nuevo la respiración.

- "¡Oh déjalo ya, Ray!, la culpa es tuya, fuiste tú quien la mandaste aquí en una misión de espionaje, para la compañía, si hasta le dijiste que no podían relacionarla con V.D.S Group. Todo lo que lleva lo compró con tu tarjeta Black, hasta el perfume que le hice ponerse, y que por cierto debe estar volviendo loco a esos hombres."-un rugido animal se entre mezclo con las risas de mis amigos.

- "Desde luego preciosa, cuando eres mala, te vuelves más deseable, me vuelves loco"- oí como el estúpido de Zape, babeaba por su mujer, lo que me faltaba que estos dos, se excitaran a mi costa.

- "¡Iros a la mierda!, tengo cosas que hacer más importante, que serviros de diversión. Buscad una habitación en el hotel, que para eso es vuestro, y dejar al resto de la humanidad con sus miserias."- le dije intentado alejarme, pero como siempre Emilia Bencomo era de las que decía la última palabra.

- "Lo haremos después, de verte correr detrás de Medusa, como un Poseidón descontrolado, tengo que hacer feliz a mi esposo, pero te abierto Ray, como le hagas daño a mi Medusa, desato toda la ira Bencomo sobre ti, y te recuerdo que nos hay nada que mi marido, mi suegra y mi suegro, me nieguen, recuérdalo, nada, hasta tus órganos sexuales en una hoguera."- me dijo mirándome con una sonrisa enigmática, que me aterrorizó.

- "Zape, tu madre no tiene que preocuparse, tiene una heredera perfectamente sádica, para que la suceda."- le dije alejándome de ellos, asustado, no sin antes oir a mi amigo gemir por lo bajo, diciendo.

- "Ahora me comprendes, la amo, pero es peligrosa."- por primera vez, me apiadé mi amigo.

Pero ese no era mi problema ahora. Mi problema estaba cambiando de grupo para dirigirse a su próximo objetivo, mientras un grupo de adoradores la seguían, como perritos detrás de su amo.

Decididamente tenía que alejarla a esa tentadora Medusa, de esas ratas acosadoras, antes de que, en un arrebato de ira, ejerciera de exterminador, y acabara con la plaga de roedores, de una vez.






Justo en ese momento mi menté comenzó a urgir un plan que pronto empezaría a ejecutar, pero para ello, tenía que haber unos preparativos, nada podía salir mal, esta noche Poseidón seduciría a su Medusa.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora