Capítulo IV. Trabajar para el enemigo.

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Rihanna.

- "¡Dios dame paciencia!, no puedes agredir a tu jefe delante de todos, o te despedirán"- pensé mientras leía la sexta nota que, la maldita babosa, me enviaba a nuestro correo interno, durante la Junta de Gerentes del grupo de restaurantes de varios Estados.

Se supone que esas juntas son para definir estrategias de venta, y concretar las mejoras en los menús, suele asistir además de los gerentes de los restaurantes, también los chefs jefes de los mismos, y los representantes de cada departamento relacionado con la restauración. Se realiza en el gran salón de la compañía, y como norma, y por turnos, todos tienen derecho a hablar, mostrar sus mejoras y sus opiniones sobre el trabajo realizado en los últimos seis meses.

Esa es una de las grandes ventajas que tienen los trabajadores de V.D.S. Grupo, aparte de ser una multinacional donde se recibe muy buenos sueldos, tienen el lema de que a todos los empleados se les escucha sus ideas, y se les facilita vías para que las expresen, si con ello contribuyen a la mejora de su trabajo, y de la empresa en general, es por eso que muchos profesionales relacionados con la restauración y el entretenimiento desean trabajar este grupo empresarial, ya que les gusta su lema de "Empleados felices, clientes mejor atendidos, mejores benéficos para la empresa". Según tengo entendido, es una máxima que se lleva haciendo desde el anterior CEO, el padre de mi jefe, su hijo la ha mejorado añadiendo juntas como a la que estamos asistiendo, donde el propio CEO del grupo escucha a sus empleados.

- "Pero el maldito CEO, no aplica lo que promulga, sino que hace mandándome estas estúpidas notas por nuestro correo interno, que son sólo para agilizar nuestro trabajo, cuando estamos en este tipo de juntas, no para decirme estas idioteces."- pensé.

La primera nota sólo me ponía:

- "Sonríe, eres una de las imágenes de la empresa"- a la que obedecí ya que cierta forma algo de razón tenía.

Pero al hacerlo, me llevó a otra nota, ya que, al parecer a la pervertida babosa, le parecía que ahora sonreía demasiado. Así que recibí el segundo mensaje.

- "Señorita Morris en este grupo vendemos alimento y sensaciones, no el cuerpo de nuestras empleadas. Deje de incitar a sus compañeros masculinos, sonría más discretamente"-

Tuve que morderme los labios para no levantarme y dirigirme a la tribuna donde estaba el CEO, y otros ejecutivos, estaban sentados participando de la junta, para llegar a ese sonriente y atractivo empresario, y no agredirle de un puñetazo, lo que daría el motivo suficiente para mi fulminante despido, con la única misión de borrarle la descarada sonrisa a ese estúpido.

Decidí ignorarlo, a cerdos como ese, cuanto menos se le presté atención mejor, él era mi jefe y punto, nada de los que dijera de manera personal me iba a afectar. Lo que no tenía a mi favor era que era el ser más persistente de este mundo. Ante mi negativa a contestar a sus idioteces, comenzó a bombardearme con notas cada vez más impertinentes, y la última casi me hace saltar.

-" Seguro que en tu programa de destrucción de la humanidad no está programado, que para una mayor efectividad para la derrota al enemigo, la mejor basa es que crean que eres humana, porque con esa mirada que tienes ahora, y la rigidez de tu mandíbula, eres una claro ejemplo de una arma de exterminio, bajo una deseable envoltura, Morris-Terminator"- aprete mis puños, y solté la tablet que usaba para recoger toda la información de la junta, antes que se rompiera en mis manos, como deseaba hacer con la cara de cierta pervertida babosa.

Lleva ya dos meses trabajando para Rayco Vieira, y desde la primera semana había empezado a coleccionar cartas de renuncia en una de las gavetas de mi despacho, por lo único que no las había entregado, era primero por el sueldo, que gracias a él, había podido poner a mi abuela, por el día, en una centro especializado, que ayudaba a mejorar la vida a las personas con Alzheimer, y por la noches se quedaba con nosotros, en nuestra nueva casa, que había habilitado para que la ayudara, y con la seguridad necesaria que evitara que se despistara, y saliera de casa, en su estado, eso era muy peligroso.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora