Rayco.
En cuanto recibí toda la información que solicité, la furia me invadió. En el coche, de trayecto a la casa donde vivía la que, para mí, desde esa noche que estuvimos juntos, mi mujer, la recibí y apenas contuve la furia, tampoco lo deseaba. Aparte de la documentación que estaba investigado, Kenai me había mando un video que acaba de grabar, donde el abuelo del pequeño había golpeado a mi Medusa, y sin pensarlo, le dije al chofer que se dirigiera a comisaria, por lo visto, aun ese indeseable había sido llevado allí, por la policía.
Mediante mi asistente legal y mis influencias, pronto me dieron la visita que aún no le habían concedido a su esposa, que llorosa esperaba en las dependencias policiales a que llegara un abogado que le ayudara a sacar a su marido del calabozo.
Mientras esperaba dentro de la sala de vistas de comisaría, la llegada de ese mal nacido, que por desgracia era el padre de mi mujer, mi teléfono no dejaba de recibir mensajes, los ignoré para leerlos después, primero era lo primero, tenía que estar concentrado en lo que había venido a hacer. La ira no me había disminuido ni un ápice, y tampoco deseaba que disminuyera.
La puerta se abrió, y un hombre de unos sesenta y pocos años entró con las esposas en sus muñecas, su tez era mucho más oscura que la de su hija, sus ojos eran negros, pero en su cara se veían rasgos que podía identificar en mi mujer, sin duda este era el padre de Rihanna, el señor Morris.
- "¿Qué es lo que desea?, ¿Es el abogado que ha enviado mi mujer? Perfecto, porque quiero, salir de aquí, y demandar a mi hija para recupera la herencia de mi esposa y la custodia de mi nieto."- dijo sentándose con una expresión de creer que pese a todo se iba a salir con la suya.
Una sonrisa se dibujó en mi cara, y la expresión del estúpido cambio, me miro con una expresión de extrañeza.
- "Veo que no ha aprendido, señor Morris, ¿le han dicho si alguna vez que la soberbia no es una virtud?, y menos cuando se mete en terrenos en los que no está preparado, como militar debería saberlo. Pero, por sus exigencias, veo que no está conectado con la realidad."- le dije sin dejar de sonreír.
- "¿A qué se refiere? ¿Es usted el abogado que me ha enviado a mi mujer? ¿o no?"- me volvió a peguntar con algo de impaciencia.
- "En realidad soy una advertencia, soy un castigo, y soy un muro, que tendrá que atravesar si quiere tan siquiera respirar el mismo aire que Rihanna, y su hijo."- él me miró, con cierta, ira.
- "No sé quién se cree que es para venir aquí a amenazarme, pero si es uno de los abogados de esa infeliz, dígale que ella no es la única que tiene medios para..."- no lo dejé continuar, me estaba hartando de su actitud y de que se dirigiera mi mujer con ese desprecio.
- "Esto no es una amenaza, es una realidad, y no soy un abogado, soy, partir de ahora, su maldita pesadilla para usted, cada paso que dé para acercarse, dañar, o tan si quiera mirar en la dirección que está mi Rihanna, se le devolverá diez veces peor, puedo hacer muchas cosas legales e ilegales, y ni tan siquiera sentirlo, y junto a mi hay gente poderosa, que tan sólo con saber que usted, ha mirado mal a su hija, le pueden hacer vivir un infierno en vida. Recuerde esto señor Morris, su hija ya no está sola, y nunca lo estará, le aconsejo que, cuando pague lo que me debe, vuelva a su vida, y se olvide de ella y de Kenai."- le dije. pero el me miró con furia.
- "¡No me amenace, jovencito, no le tengo miedo!"- mi sonrisa se amplió, y mis ojos lo miraron con furia.
- "Si cree que es sólo una amenaza, por favor pruébeme, estaré encantado de pasar de las amenazas a los hechos, es más lo estoy deseando."- le dije y sin más abandoné la sala.
Cogí, mi teléfono y avisé a mi asistente legal que hiciera que ese estúpido cumpliera la máxima estancia que se pudiera estar en la cárcel, y que contratara al mejor abogado que hubiera en el país, para que la multa por agresión fuera la más cara que se pagara en toda la historia de la justicia en Finlandia.
Luego me subí al coche, y continué mi viaje hasta la casa de mi mujer, no sabía cómo me iba recibir, pero desde luego esta vez no la iba a dejar volver a huir.
Cuando llegué, aun había luces en la casa, pese a lo tardé que era, así que, sin pensarlo, toqué en la puerta. Y me coloqué en un lateral para que, si Medusa mirara por la mirilla, no pudiera verme. Sabía que, si lo hacía, ella no me dejaría entrar.
- "Pero ¿quién demonios molesta a estas horas?"- dijo tras mirar por la mirilla y no ver a nadie, a continuación, abrió, la puerta.
Me moví rápido y en segundos la tuve acorralada contra la puerta mientras mi cuerpo cubría el suyo, sujeté sus manos, ya que conocía con precisión, la velocidad y la fuerza que tenían, ya por ahora no deseaba ser golpeado.
- "¿No te explicaron nunca que, de noche, no se pude abrir la puerta así, porque puede entrar el lobo, ovejita?"- le dije al oído, aspirando fuertemente ese olor que me volvía loco, no sabía lo que lo había echado de menos, hasta que lo volví a oler.
- "¿Rayco?"- su voz estaba como sorprendida e impactada, y eso me pareció extraño, así que la miré a la cara.
Inexplicablemente, y por primera vez en mi vida, vi debilidad en la mirada de Medusa, prácticamente no podía mirarme, es más, bajó la mirada a mi cara a mi pecho, mientras sentía que su cuerpo temblaba, no sé lo que le había pasado a mi Gorgona fuerte y guerrera, pero no me gustaba verla sí.
Sin pensarlo, la levanté en mis brazos y tras cerrar la puerta con el pie, la llevé a el sillón, ella aún estaba como en estado de shock, ni siquiera me miraba, y ni me ofreció resistencia.
- "¿A qué has venido?"- le oí murmurar, aun pegada a mi pecho, debido a que cuando me senté, el deje sentado en mi regazo no deseaba que se alejara de mí.
- "Creo que, para responderte a eso, primero debemos hablar de muchas cosas Medusa, pero desde ya te aviso, que no pienso dejarte escapar más. Pero por ahora, antes de hablar, creo que debemos dormir, es tarde y hoy con los de tus padres has tenido demasiadas emociones. Ella levanto la cabeza sorprendida, y yo aproveche para levantarme del sillón, con ella aun en mis brazos.
- "¿Cómo sabes lo de mis...?"- la interrumpí.
- "Ahora no preciosa, estoy agotado, llevo horas viajando para venir a buscarte, sólo deseo dormir, ya mañana hablamos."- le dije subiendo las escaleras sin soltarla.
- "Duerme en la habitación del..."- me fue a decir, pero no la deje hablar, sin pensármelo mucho la besé, llevaba semanas queriendo hacerlo de nuevo, y ya iba siendo hora.
Como siempre que nuestros labios se ponían en contacto, nuestra mente perdía conexión, sólo sentía, y las ansias de no sepárame de ella, se volvían una obligación autoimpuesta.
- "¿Dónde está tu habitación?"- le pregunté separando mis labios ligeramente.
- "A la izquierda."- me dijo sorprendiéndome, normalmente esta mujer era de todo, menos dócil, y que me respondiera así, si gruñirme, ni amenazarme, me preocupó.
Entré en su habitación y la deposité en la cama, luego me quité la chaqueta y el pantalón, mientras ella me miraba sin decirme nada, tras acostarme la abracé, y volví a besarla, ella tan sólo se dejó besar, sin oponer resistencia, sin ser ella misma, con una docilidad que no me gustó. Esta rección me dejó claro que debía detenerme, retiré mis labios de ella, y abrazándola, le acomodé en mi pecho.
- "Hora de dormir Medusa, debes descansar, demasiadas emociones, mañana hablaremos."- le dije acariciándole el pelo mientras la abrazaba.
- "Pero..."- no la deje continuar con sus objeciones.
- "Buenas noche preciosa, no me voy a alejar duerme, y mañana hablaremos."- y sin más la acaricié hasta que la sentí que se dormía.
Yo permanecí un rato con los ojos abiertos, sintiendo su cuerpo pegado al mío, su calor, su olor que me dominaba, y la sensación de que no iba a ser tan fácil como yo había pensado, pero no porque esta mujer me ofreciera resistencia, eso lo esperaba, sino porque por primera vez mi mujer, no era ella misma, algo le había dominado su espíritu, un espíritu del que yo me había enamorado.
Pero las cosas no iban a ser tan fácil como yo creía, nada iba a serlo, y algo que yo no esperaba, pronto, pondría un muro entre nosotros, haciendo que la relación cambiase, y que la guerra entre nosotros volviera, pero con mayor fuerza, y sin cuartel.
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Seducida por Poseidón
RomanceRihanna Morris, alias Medusa, ha luchado durante toda su vida por proteger a su abuela y a su gran secreto. Un secreto que surgió a raíz de un error que cometió a los 15 años. Un secreto que es su vida, pero que, por protegerlo, no desea que se con...