Capítulo XII. Estrategias.

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Rihanna.

Al día siguiente me incorporé a mi puesto de trabajo, ya iba a preparar para lo que me iba a encontrar, durante la noche, mientras estaba recostada en mi cama, antes de dormirme, me había preparado para todo lo que mi mente podía imaginar, qué estarías dispuesto a hacer mi jefe, en esta guerra qué había entablado conmigo. Ya se ha traspasado algunos límites, y todo por culpa mía, como dijo la estúpida de Andrómeda, esa babosa podía establecer una guerra abierta, más allá de la que llevaba jugando conmigo, en esta última semana.

Yo estaba preparada para la lucha cuerpo a cuerpo, y desde luego sabía que tenía los medios, para que, si ese estúpido se propasara, terminara lesionado en el suelo. Pero mi problema no era él, mi problema era yo, y cómo reaccionaba mi cuerpo, cuando tus enemigos están en tus propias filas, y tienes traidores entre ellas, es cuando más fácil es caer en las trampas que te ponga el enemigo.

Así que antes de entrar a trabajar, hice un trabajo introspectivo, dónde me juré a mí misma, que no iba a ser tan estúpida de caer en los juegos que la babosa me tuviera preparada. Con esta actitud renovada, o al menos, creí que podía lograr calmarme, ingresé al día siguiente al departamento de presidencia, tras dejar mis cosas en mi despacho, me dirigí al despacho de mi jefe como todos los días.

Sabía que él no había llegado, pero como buena secretaria tenía una rutina que establecía, y siempre realizaba. Encendía su ordenador, para cuando él ya llegará estuviera encendido, me encargaba de supervisar la luz que entraba a través de las persianas, de que no fuera segadora, y lógicamente supervisé que mi jefe hubiera cumplido en colocar la estantería en su sitio.

Efectivamente la estantería estaba colgada en su sitio, y los libros, así como los artículos de decoración y los documentos, que yo había recogido y organizado el día anterior, se encontraban perfectamente colocados en su lugar.

Tras regar las plantas, como así a cada día, me dirigí al pequeño office que teníamos en la planta de presidencia para preparar los cafés. Otra cosa no tenía, pero el CEO de R.D.S Group, era puntual como un reloj, así que para cuando oí el sonido del ascensor yo ya tenía preparado su café en mi mano, como cada día, y los documentos que tenía que firmar en la otra, y lo esperaba de pie junto a mi mesa de despacho.

- "Buenos días, señor Vieira."- le dije intentando entregarle el café y los documentos como hacía cada mañana. Esperaba que él me recibiera con su típica actitud burlesca llena de insinuaciones, a la que me había acostumbrado.

Pero al parecer hoy no era un día de esos, Rayco Viera, entró sin mirarme, con gesto serio, y una mirada intensa en los ojos, normalmente solía recoger el café y la correspondencia, pero esta vez pasó por al lado mío como si yo no existiera. Su actitud era muy similar a la de mi antiguo jefe, Ruyman Bencomo, sinceramente, y aunque no lo demostré, me sentí desconcertada.

- "Señorita Morris, tráigame todo eso al despacho, y tráigame también su libreta, hay una serie de órdenes que le tengo que dar, para el día de hoy."- me dijo entrando en su despacho sin apenas mirarme.

- "Este cree que yo soy tonta, una vez que entre en ese despacho empezará con su acoso, y sus frases de doble sentido, abiertamente sexuales"- me dije a mí misma, mientras recogía la libreta, que tenía sobre la mesa, para dirigirme a su despacho preparándome para lo que la babosa pervertida tuviera en mente.

Pero me llevé otra sorpresa, al contrario de lo que yo pensaba, mi jefe se encontraba ya sentado en su mesa, mientras sin mirarme trabajaba en su ordenador, dejé su café frente a él, así como la correspondencia en la bandeja donde solía colocarla, y después aún de pie, esperé las órdenes que me tuviera que dar mi jefe.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora