Capítulo X. Un CEO sorprendido.

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Rayco.

- "Por fin lo veo después de una semana"- me dijo esa bruja de cuerpo tentador. - "Tantas sonrisitas de payaso diabólico, me estaban volviendo loca, babosa. Espero que el beso le haya satisfecho jefe, porque serán el primero y el último que recibas de mí, y por cierto me tomo el día libre, retirada estratégica se llama. De paso aproveche para llamar a esos que le ayudaron tirar la estantería, le ayuden recogerlo todo. Adiós estúpido."- finalizó la vengativa Medusa mientras yo sentía mi labio adolorido y sangrante, intentado mantener el equilibrio tras el desagradable pisotón que me estaba haciendo latir el empeine del pie. Y como si su venganza estuviera perfectamente ejecutada la vi salir como una diosa castigadora, de mi despacho.

- "Maldita gorgona, sabe cómo desaparecer de escena, a lo grande, como las grandes heroínas"- dije en alto cuando la puerta estaba cerrada, tras ella.

Aun, pese a que uno de mis labios me latía de dolor, sobre la zona donde habían recibido la dolorosa mordida de esa tigresa, los muy malditos se negaban a olvidar la sensación de calidez y el sabor de su boca en la mía. Esa maldita Medusa, no sólo besaba como si te adsorbiera el alma y se adueñara de tu mente, sino que encima sabía cómo el mejor de los majares, la maldita podía volverse tan aditiva como una droga para un hombre con sangre en las venas. Esto me preocupó, cuando me di cuenta de que yo, no era una excepción.

- "¿En qué momento el depredador se ha convertido en la presa?"- pensé mientras en mi cabeza trataba de analizar como demonios, la tortilla se había dado la vuelta.

Cogí mi teléfono y llamé al idiota que me había dado la brillante idea.

- "¿Qué quieres ahora, otra vez?, ¿Es que tú no tienes unas empresas que dirigir?, porque yo sí que las tengo, y estoy muy..."- comenzó a quejarse el idiota de Ruyman, pero antes de que siguiera con su discurso de CEO comprometido con su empresa, lo corté.

- "Deja de quejarte, gracias a tus estúpidas ideas, estoy muy cabreado, no sé cómo pudiste conquistar a tu mujer, con lo desastre que eres con estas cosas. ¡Mierda, es verdad que no la conquistaste!, la compraste, para obligarla a que se enamorase de ti."- sabía que había sido un golpe bajo, pero con alguien tenía que desquitarme la frustración sexual y la sensación de derrota con la que me había quedado tras la épica salida de Medusa de mi despacho.

- "¡Uff!, por tu voz, así como por los ataques de carácter personal y gratuito que diriges hacia mi persona, deduzco que sólo hay un resultado posible a la estúpida contienda que mantienes con tu secretaria, Ray, no sólo ganó ella, sino que tu terminaste con bajas en tus filas, después de la batalla. Y pensar que me hiciste perder el tiempo ayer para ir a tu despacho para ayudarte a tirar una estantería al suelo."- me dijo el cabrón de Zape, mientras, por su voz, sentía que estaba pasándoselo bomba a mi costa.

- "Sinceramente, tengo que cambiar de amigos."- dije en alto.

Esta era una frase muy repetida entre nosotros tres, cuando uno de nosotros cometía alguna estupidez, pero los tres sabíamos que eso nunca pasaría, más que amigos, éramos hermanos, y como hermanos, nunca nos ocultábamos nada.

- "¿Qué fue lo que pasó esta vez? ¿Te golpeo y se despidió, o te amenazo con denunciarte por acoso?"- me pregunto el estúpido de Zape, mientras yo detectaba la burla en sus palabras.

- "Todo eso menos lo de despedirse, pero para eso aun es largo el día, lo mismo ahora estará redactando otra de sus cartas de renuncia, se cree que no me doy cuenta, pero al menos tendrá treinta cartas en la gaveta de su mesa. Mas bien se centró, además de acorrálame contra una pared, en besarme como nunca me ha besado una mujer..."- la interrupción de mi amigo, me hizo darme cuenta lo que acaba de confesar.

- "¿Quéeeeee? Repite eso, ¿Qué Medusa te besó?, y ¿sigues vivo?"- el grito de Ruyman, me hizo alejarme el teléfono de mi oído, porque casi me quedo sordo.

- "Lo intentó, estoy lesionado, esa bruja no sólo me besó por sorpresa acorralándome contra la pared, sino que encima cuando yo desee seguir devorando esos deliciosos labios, la cabrona me mordió, y me pisó el pie, haciendo que mi labio sangrara y que tenga que cojear por unos días. "- no solía ser tan abierto con mis explicaciones con mis amigos, sobre mis rollos sexuales, pero es que esta bruja me tenía desconcertado.

La carcajada de Zape no se hizo esperar, por lo visto con amigos como los míos, quien necesitaba enemigos, al gemelo del terror le parecía divertido que su mejor amigo fuera humillado así, por una mujer.

- "Cada día que pasa me gusta más Medusa, veras cuando se lo cuente a Emy y a Zipi, se van a partir de risa."- me dijo Zape, haciendo que mi frustración creciera.

- "Has lo que quieras, pero recuerda que soy de los que se las cobran, estúpido. Esta noche vienes a ayudarme a colocar la estantería, o voy a tu mujer y le digo que quien fue el de la idea de acorralar a mi secretaria en mi despacho, para intimidarla. "- mi última frase cortó la risa automáticamente del CEO del grupo C.P.A.

Hacía tiempo que había descubierto que la esposa de mi amigo tenía un gran poder sobre él, por eso, siempre que podíamos, Zipi y yo, solíamos utilizarlo.

- "¡Vete a la mierda!, voy a las ocho."- me dijo colgando el teléfono de golpe.

Yo me quedé mirando todo lo que Rihanna había recogido y sólo quedaba colocar la estantería en su sitio de nuevo, miré la pared y recordé como la acorralé contra ella, me encantaba el olor que desprendía su cuerpo, y odiaba que siempre estuviera tan controlada, era como si el control sobre si misma fuera una obligación que se autoimpusiera, por eso quise llevarla al limité para ver si estallaba, me encantaba cuando pasaba de ser una maquina perfectamente engrasada y sin emociones, a un ser de fuego, capaz de aniquilar a un hombre.

Estaba preparado, para que intentar golpearme de alguna forma, solía ser su modus operandi, pero para lo que no estaba preparado era para que ella fuera la que tomara la iniciativa, y tras acorralarme, me besó como lo hizo. Por besos menos pecaminoso que ese, hay hombre que en la edad media habían entregado su vida.

La sorpresa de ser besado así, aun me duraba, y lógicamente, el responderle a ese beso como se merecía, era más una obligación, que algo premeditado, no podía no responderle, si quería seguir viviendo. Mi cuerpo tomo la iniciativa, y mi mente dejó de pensar, devorar esos deliciosos labios era como beber agua para un sediento, lo hacía hasta el final, sin medida y de forma incontrolada.

Pero como siempre ese ser incontrolable me demostró, que, pese a todo, ella seguía teniendo el control, y sentir como me mordía el labio hasta hacerlo sangrar, y como su certero pie ejercía la presión necesaria para que, sin quererlo o queriéndolo, soltara un gemido de dolor, fue como cuando te echan un cubo de agua helada por encima, totalmente inesperado e innecesario.

Fue normal que ella quedara liberara para salir del despacho, como la reina de las diosas de la mitología griega.

- "Muy bien Medusa, está la has ganado tú, te lo concedo, pero no me voy a rendir, la próxima vez no tendrás tanta suerte."- dije en alto mientras si poder evitarlo una sonrisa de anticipación, por los que de seguro sería mi próxima victoria, se dibujó en mis labios.



Esa mujer había traspasado los límites, ella sólita, sin que yo la obligara, con sus propios pies, y de forma lenta y metódica, o rápida y apresurada según lo quieras ver. Ahora sólo tenía que atenerse a las consecuencias de sus actos. Me había dado carta blanca para que las armas que se usara de aquí en adelante fueran menos sutiles, y más letales. La guerra había entrado en otro terreno, que yo estaría encantado en explorar, no estaba seguro de que la atractiva gorgona, estuviera preparada para ello, pero que se le va a hacer, ella sólita se había metido de cabeza.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora