Capítulo XLI. Lo que se desconoce, no se teme. Parte 2.

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Narrador.

Mientras Medusa y Andrómeda, se preparaba para el encuentro que tendría, unas horas más tarde, y concretaban las estrategias de cómo iban a abordar a la odiada señora Vieira, otra madre que hasta ahora no había dudado de nada de los que su adorado marido le dijera, comenzaba a replantearse que esa alianza, que recién acaban de adquirir, no le gustaba nada.

Era verdad que deseaba contentar a su marido, en todo lo que él deseaba, desde que lo conoció, en el despacho de su padre, una vez que fue a visitarlo a la base, se enamoró de él perdidamente, y lucho con todas sus fuerza por él la aceptara, se enfrentó contra los convencionalismo de la época, de que una mujer de tez blanca, casi albina como ella, con descendencia finlandesa, fuera pareja de un hombre de color, pero al final su querido Hogan, tras muchas negativas y desprecios, que sólo la animaron insistir más, consiguió que ese hombre le correspondiera, y tras un corto noviazgo, se casara con ella.

Fue en ese momento que ella se juró que siempre le sería fiel en todo, que haría todo por él, su marido pasó a ser su única verdad, su único destino, el amor se volvió obsesión, y fe ciega, nada de lo que dijera su querido Hogan, estaba mal.

Cuando nació su primer hijo, su marido, gran defensor de la tradición de la familia Morris, una familia de hombres que ha seguido la carrera militar, se volcó en ella, y por primera vez, le dijo que la amaba. Y eso sólo hizo que Melisas Morris, enterrara más profundamente la base de su vida, haciéndolas más firmes, hasta el punto del delirio, y no eran otra, que la devoción ciega por su marido.

Cuando alguien ama así, de esta forma, muchas cosas dejan de tener sentido, hasta el amor a los hijos, y esto quedó patente, cuando durante el parto de su segundo hijo, que resultó, para malestar de su marido, una preciosa niña, de tez de color tostado oscuro, mucho más claro que el de su hermano, que era de una tez algo más oscura, aunque nunca como el su padre. Ambos tenían ojos enigmáticamente y sorprendentemente, azules, como los de su madre, haciendo de ambos hermanos, un mestizaje perfecto, que hace que la descendencia de los Morris se convirtiese en bellezas perfectas, para cualquiera que los mirara.

Pero como estaba contando, en ese parto, Melisa Morris, según su marido, cometió dos errores, el primero, y más importante para Hogan Morris, fue que su mujer le diera una hembra, que él no había pedido, ni deseaba, a cambio de otro varón que continuara con la tradición familiar como su hermano. Y el segundo error, que, en su ceguera, Hogan Morris atribuyó a su hija recién nacida, fue que, durante el parto, Melisa tuvo un desprendimiento parcial de la placenta, que provocó que la señora Morris perdiera mucha sangre, y tuviera que ser intervenida de urgencia, acabando en el proceso por salvarle la vida, con la posibilidad que Melisa pudiera volver a ser madre.

El cambio de actitud de su marido hacia ella, y hacia su hija recién nacida, con desprecios constantes, e incómodos silencios, hizo que, en su obsesión, Melisa virara su odio hacia la que ella comenzó a considerar responsable de que su marido cambiara, y no fue otra que Rihanna Morris, su hija recién nacida.

Así creció Medusa, la cual fue alimentada, se le dio lo necesario y mínimo que el gobierno les pide en cuanto atención a hijos, ya que un militar reconocido y condecorado como Hogan Morris, nunca podría tener una mancha en su expediente de malos tratos familiares, y dejades de sus funciones paternas, que podría aparecer en su limpia hoja de vida militar. Pero le negaron en todo momento amor, comprensión, y atención.

Hasta hora Melisa Morris, no había dudado de nada de lo que su marido deseara, todo están bien si venía de él, pero en el momento que conocieron a Nayra Viera, algo pasó, que la finlandesa no esperaba, esa mujer no le gustaba, algo le decía, que era veneno puro. Y por primera vez, tras la pérdida de su hijo, por alguna razón que ella intenta ahogar por desconocerla, además para que no saliera a la luz, y su marido no se diera cuenta, su vena materna hacia su hija, algo que creyó que nunca existió, comenzó a manifestarse.

Seducida por PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora