—Sebas, necesitamos llamar a Juliet—dije, mi voz temblorosa mientras luchaba por controlar la oleada de emociones que me invadía.
Él asintió con seriedad, compartiendo mi preocupación. Marcamos el número de Juliet, esperando escuchar su voz al otro lado de la línea. Sin embargo, el teléfono sonó varias veces sin obtener respuesta. La ansiedad creció en mí mientras colgaba, intentando una y otra vez.
—No responde —dije con angustia en la mirada.
Sebastián marcó su número también, pero el resultado fue el mismo: silencio.
—Debemos regresar ya.
Nos dirigimos hacia la grúa subiéndonos con prisa mientras intentábamos comunicarnos con ella. Sin embargo, cada llamada iba directo al buzón de voz, aumentando nuestra inquietud. En el camino, el silencio incómodo se mezclaba con la tensión palpable que llenaba el espacio entre nosotros. Las llamadas continuaron sin éxito, y finalmente decidí llamar a Damián.
—Sé que no has regresado del viaje, pero necesito que me digas si has hablado con Juliet.
—La última vez que hablé con ella fue esta tarde. ¿Pasa algo?
La inquietud en su voz hizo eco en mi interior. No podíamos darle una respuesta definitiva.
—Hablaremos después —dijo Sebas, cortando la llamada abruptamente.
Durante el trayecto, continuamos intentando comunicarnos con ella, pero el silencio persistió. Cuando llegamos a la casa, esta estaba sumida en un silencio que parecía preñado de tragedia. Cuando entramos corriendo, el horror se apoderó de nosotros. Los cuerpos de los guaruras de Juliet yacían baleados y ensangrentados en el suelo, como un macabro escenario de pesadilla. El corazón me latía desbocado, y un escalofrío recorrió mi espalda.
Nuestra mirada buscó desesperadamente a Juliet, y la encontramos. Aunque su pulso era débil, estaba viva. Pero no podíamos descansar en ese alivio momentáneo, la preocupación por nuestra hija nos embargaba por completo. Subimos las escaleras corriendo, nuestros pasos resonando en el pasillo, hasta llegar a la puerta de la habitación de nuestra hija.
Empujamos la puerta con urgencia y lo que vimos nos dejó paralizados en el umbral. La habitación, una vez llena de colores suaves y juguetes, ahora parecía un escenario siniestro de pesadilla. Las paredes estaban salpicadas de sangre, con un mensaje escrito: «Cabeza por cabeza». La cuna y las sábanas que antes eran rosadas, estaban manchadas y empapadas de sangre. Pero lo peor estaba en el centro de la habitación.
Mi grito quedó atrapado en la garganta mientras mis ojos se posaban en la cuna. El cuerpo inerte, decapitado y sin vida de nuestra amada Daila yacía allí, su dulce y angelical rostro cubierto de sangre y sus ojos cerrados para siempre. Un grito de angustia escapó de mis labios mientras caía de rodillas al suelo, incapaz de procesar la devastadora escena ante mí.
La habitación parecía dar vueltas a mi alrededor, como si el mundo se hubiera vuelto un lugar distorsionado y cruel. El dolor, la rabia y la impotencia chocaban en mi interior, arrancándome el aliento. ¿Cómo podía haber pasado esto? Habíamos intentado protegerla, habíamos luchado por su seguridad, por darle una mejor vida, y ahora estaba allí, inmóvil y frágil.
Sebastián, normalmente reservado con sus emociones, no pudo contenerse. Golpeó la pared con su puño en un estallido de furia contenida, su voz rompiendo el silencio con un rugido de dolor. Patadas a objetos cercanos y fragmentos de palabras incoherentes salieron de sus labios mientras desataba su frustración con cada golpe.
El nudo en mi garganta amenazaba con ahogarme mientras las lágrimas nublaban mi visión. Todo era una confusión de emociones, un torbellino de dolor, rabia y desesperación. La imagen de nuestra bebé, su inocente rostro manchado de sangre, se repetía una y otra vez en mi mente, atormentándome.
Habíamos fallado en proteger a nuestra hija, y esa realidad nos golpeaba con la fuerza de un huracán. El peso del trauma y la pérdida caía sobre nosotros con un golpe abrumador, y en medio de la devastación, sentí que mi mundo se desmoronaba.
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Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)
RomanceDecidir entre el amor y la razón nunca ha sido fácil, pero la decisión se complica mucho más cuando se tiene una serpiente al lado endulzándote el oído... Créditos a @Meganherzart por esta hermosa portada. ♥️