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El calor consumía cada parte de mi cuerpo. No podía pensar en nada más que no fuera ella y en su extraordinaria y exquisita forma de hacerme su mujer.
La alarma sonó, interrumpiendo nuestro gran momento, había perdido la noción del tiempo, me costó creer que ya fueran las seis de la mañana, pese a que la claridad de los rayos de sol entraban por la ventana e iluminaba la habitación.
Intenté reponerme y levantarme dos veces seguidas, pero mis piernas estaban inestables como para mantenerme parada o caminar.
—Quédate conmigo —me abrazó por la espalda, haciendo que tendiera mi cuerpo de regreso a la cama—. Aún nos da tiempo para que te coma una vez más.
—¿Todavía te quedan energías? Hemos estado despiertas toda la noche. Me duele todo el cuerpo y apesto—suspiré—. ¿Realmente piensas que deberíamos quedarnos más rato sobre estas sábanas sucias? —la miré, pero ni sé inmutó en responder, solamente esbozó una media sonrisa—. Aunque suene muy tentador tu pedido, necesito levantarme. Tengo que alistarme para la universidad, hacer el desayuno y supervisar a mi hija para que se levante y se prepare para el colegio. Además de que tengo universidad, por si lo has olvidado.
—Eso último se puede arreglar.
—No, Hera, no usaré tus extrañas conexiones con el rector para estar faltando.
Me levanté por tercera vez y, en esta ocasión, aunque me costó no perder el equilibrio y sentí que caminaba algo chueca, logré llegar al baño. El agua caliente recorrió cada recoveco de mi piel en el que Hera había dejado sus huellas. Me ardía el trasero, justamente en la zona donde sus manos permanecían marcadas y sus mordidas seguían latentes, siendo un recordatorio constante de la maravillosa noche que tuvimos.
Durante toda la mañana, no hacía otra cosa que no fuera pensar en lo que hicimos, en que deseaba con locura repetirlo de nuevo, a pesar del dolor y el cansancio que me agobiaba. Frotaba mis piernas por debajo de la mesa, percibía la humedad en mis bragas, parecía realmente una perra en celo. Me pregunto si solo a mí me sucede, o si ella también ha pensado en lo que hicimos y se calienta del mismo modo.
Me estuvo raro que mis compañeras no hubieran aparecido por la cafetería, si siempre nos encontrábamos aquí para almorzar juntas y luego irnos a pasar el resto de tiempo en la biblioteca. Esta situación hace que tenga rienda suelta a extrañarla y no sé si sea conveniente o adecuado que me ilusione con ella.
Entré a la biblioteca luego de haber almorzado, buscando a mis compañeras, pero no las vi por ningún lado. No sé si son ideas mías, pero hoy todo está demasiado tranquilo y silencioso, a cada área que he entrado luce desolada. ¿Dónde estará todo el mundo? La biblioteca siempre está repleta de estudiantes que, al igual que mis compañeras y yo, buscamos dónde pasar el tiempo restante.
La quietud se rompió abruptamente cuando sentí un roce frío en mi espalda y un sonido sordo que se confundió con un susurro.
Me apoyé en una silla, sin entender lo que pasaba, y antes de poder reaccionar, un disparo seco cortó el aire. El dolor me invadió al instante, presioné la herida, y mi visión se nubló con la sangre que se escapaba de mi cuerpo.
Caí al suelo boca arriba, y al levantar la mirada, vi a mi agresora. Su melena castaña ondeaba mientras sus ojos, tan oscuros como la noche, me miraban con frialdad. Entre la agonía, su rostro me resultaba vagamente conocido, aunque no podía recordar de dónde.
Con la respiración agitada, intenté preguntarle el porqué, pero ella, imperturbable, apuntó a mi cabeza. En ese instante, imágenes de mi hija se colaron en mi mente, fue ella mi último recuerdo antes de que esa mujer, sin titubear, disparara. La oscuridad me envolvió con su manto frío y solitario.
Hera
Estando en el semáforo avisté una floristería y recordé las flores marchitas que la bolita tenía sobre su escritorio anoche. Alega que le sirven para ambientar su lugar de estudio, pero están igual de muertas que su ex.
Decidí detenerme y comprarle las mismas flores, aunque en mi interior dudaba. ¿Cómo reaccionaría ella? Conociéndola, seguramente lo malinterprete. Sería demasiado raro regalarle flores.
Suspiré al recordar lo que compartimos la noche anterior. Las marcas en su piel, sus gemidos dulces cuando la poseía, su frágil cuello que tuve bajo mi dominio. Definitivamente no me equivoqué, esa bola es una caja de sorpresas.
Con las manecillas marcando las tres de la tarde, esperé a que Avery llegara con su hija y el chófer. Sin embargo, una llamada cambió mi estado de ánimo. El hombre al que encargué vigilar a Avery me informó que la vio subiendo al auto de un hombre de cabello rizado. ¿Qué demonios está haciendo esa gorda?
El simple hecho de imaginarla hizo que una furia insostenible se apoderara de mí y le pedí que los siguiera y me enviara la ubicación en tiempo real. ¿A qué está jugando esta mujer?
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Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)
RomanceDecidir entre el amor y la razón nunca ha sido fácil, pero la decisión se complica mucho más cuando se tiene una serpiente al lado endulzándote el oído... Créditos a @Meganherzart por esta hermosa portada. ♥️