Capítulo dieciséis

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—No intentes una estupidez o se me puede zafar un tiro. 

—No me voy a mover. Haré lo que me pidas, pero no me hagas nada. 

—Siempre y cuando cooperes, no tengo razón para hacerte nada. 

Asintió varias veces corridas, los ojos no le cabían en la cara del susto. 

—Extiende las manos— saqué de mi cintura las esposas que había traído y él cooperó conmigo, extendiendo sus manos y permitiendo que se las pusiera—. Bien hecho. Ahora permanecerás ahí sentado y tranquilo mientras llegamos a nuestro destino. El viaje es un poco largo, así que necesito que seas paciente y obediente. 

—¿Quién eres? Es evidente que vas detrás de mi papá, ¿verdad? ¿Es esto algún ajuste de cuentas?

—Oh, has dado justo en el clavo. 

—¿Por qué me toman a mí? No les he hecho nada y no tengo nada que ver en los negocios sucios de mi padre. Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que lo vi. 

—Tú no nos has hecho nada, es cierto, pero tu padre sí, y mucho — me senté en el asiento, al sentir los fuertes movimientos del avión. 

—¿Y qué tengo que ver yo en eso? Lo que haya ocurrido entre mi padre y ustedes, deberían dialogarlo con él, no conmigo. 

—Es exactamente lo que pienso. Si mi hija no tenía velas en este entierro, ¿por qué tuvo tu padre que desquitarse con ella? Mató a un angelito de la manera más ruin y despiadada de la que te puedas imaginar. 

—¿Mi papá mató a tu hija? —sus ojos se abrieron de la sorpresa, impactado por mis palabras—. Lo lamento tanto. 

—Soy yo quien lamenta profundamente no haberlo podido evitar, pero no tiene caso hablar de ello contigo. Jamás lo entenderías y tampoco me importa que lo hagas. 

—De todo corazón, siento mucho saber lo que mi padre hizo, pero yo no tengo nada que ver con él. Cuando cumplí mis nueve años, me mandó lejos, las veces que me ha visitado desde entonces, las puedo contar con los dedos de las manos. Hoy me llamó para decirme que quería que regresara a casa. Pensé que el propósito era porque me extrañaba y quería que volviera a su lado, ahora resulta que había otro propósito oculto. 

—Oh, eres un buen chico, no me cabe duda. Ojalá tu padre hubiese pensado en eso antes de meterse con nuestra hija. Ahora bien, ¿crees que contándome tu historia hará que sienta lastima de ti? Si él no la tuvo con mi hija, ¿qué te hace pensar que la tendré yo contigo? Estés involucrado o no con tu padre, no es algo que vaya a cambiar el panorama. Mi hija no va a regresar a la vida y las cosas no volverán mágicamente a su lugar. Será mejor que ahorres tus energías, las vas a necesitar. 

—¿Qué me van a hacer?

—La verdadera pregunta sería qué no le haremos —oí la voz de Sebas en el auricular y se me erizaron los vellos. 

—¿Quieres la verdad o prefieres una mentira? — le cuestioné seriamente.

—La verdad—respondió con voz temblorosa. 

—Vamos a matarte, pero no sin antes ocasionarte mucho dolor —sonreí—. Tanto, que tú mismo vas a rogar que acabemos con tu sufrimiento. 

Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora