En medio de la tormenta que habíamos enfrentado, había sido un apoyo constante para Sebastián. Los días se habían desvanecido en una nebulosa de investigaciones y planes, dejando poco espacio para el descanso. Noches de vigilia y días de búsqueda se habían convertido en nuestra rutina, pero era un precio que estábamos dispuestos a pagar para obtener justicia.
Durante ese tiempo, pude ver cómo Sebastián se sumía en su propia oscuridad. A pesar de que intentaba mantenerse fuerte y concentrado, sus ojos revelaban un dolor que era imposible de ocultar. Yo había estado a su lado en cada paso del camino, apoyándolo en silencio y haciéndole saber que no estaba solo en esta lucha.
Hubo noches en las que lo vi entrar a la habitación de la bebé, un pequeño santuario que habíamos creado en su memoria. A pesar de que el cuarto estaba vacío, su presencia llenaba el espacio con una mezcla de melancolía y amor. Lo observaba desde la puerta, viendo cómo se sumía en sus pensamientos y recuerdos, enfrentándose a la realidad de lo que habíamos perdido.
En secreto, me había estado comunicando con Damián. Aunque su relación con Sebastián estaba tensa, seguía siendo su padre y me preocupaba su bienestar. Damián había intentado visitarnos en varias ocasiones, buscando hablar con su hijo. Pero cada vez, Sebastián lo había echado de la casa con desprecio en los ojos, sin dirigirle una sola palabra. Me había contado que Juliet estaba recuperándose, pero que no había hablado una sola palabra desde el incidente. Era una sombra de la mujer que había sido, y eso solo intensificaba la tristeza que se cernía sobre nosotros.
Todos los hijos de Damián habían desaparecido desde la tragedia, una evidente señal de que estaban aliados con Henry. Era una traición que se extendía por todo su linaje, un recordatorio amargo de cómo el poder y la envidia podía corromper incluso los lazos familiares más fuertes.
[...]
Estábamos en Burlington, Vermont, una ciudad donde la atmósfera académica y el encanto de Nueva Inglaterra se entrelazaban en cada callejón adoquinado. Sebas y yo habíamos venido con un propósito específico: descubrir todo lo que pudiéramos sobre el hijo del hombre que nos había arrebatado a nuestra pequeña.Henry, ese nombre me inspiraba un sentimiento de repulsión y rabia. Pero ahora nuestro enfoque estaba en su hijo, un joven de diecinueve años que había logrado vivir en la sombra, alejado de las maquinaciones siniestras de su padre. Había tomado el nombre de David, un alias para proteger su identidad. Los informes indicaban que asistía a la Universidad de Vermont, enclavada en el corazón de Burlington, un lugar conocido por su excelencia académica.
Encontramos fotografías de David en el informe. Su cabello oscuro caía en mechones rebeldes sobre su frente, y sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y determinación. Era alto y delgado, con una postura que sugería confianza. Estudié las imágenes detenidamente, observando cada detalle de su apariencia. La edad y la juventud estaban plasmadas en su rostro, pero en sus ojos, pensativos y profundos, vislumbré una historia aún por desentrañar.
La primera vez que lo seguimos, nos mantuvimos a distancia, observándolo mientras se dirigía hacia el campus universitario. Vestía jeans desgastados y una camiseta que llevaba la insignia de algún equipo deportivo. Durante los siguientes días, nos sumergimos en su vida cotidiana. Notamos que tenía una rutina establecida: clases matutinas, una visita a la cafetería y sesiones de estudio en la biblioteca. Practicaba baloncesto en una cancha cercana y compartía risas y conversaciones con un grupo de amigos.
Cada vez que lo seguíamos, Sebas tomaba notas meticulosas: los lugares que frecuentaba, las personas con las que interactuaba, incluso los libros que llevaba consigo. Era un ejercicio de paciencia y perseverancia, pero Sebas era un maestro en la observación y la deducción. Empezamos a entender su personalidad, su forma de moverse por el mundo y cómo se relacionaba con los demás.
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Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)
RomanceDecidir entre el amor y la razón nunca ha sido fácil, pero la decisión se complica mucho más cuando se tiene una serpiente al lado endulzándote el oído... Créditos a @Meganherzart por esta hermosa portada. ♥️