Capítulo cuarenta y dos

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Juliet me miró con ojos cansados y llenos de dolor. Estábamos en medio de una conversación que se volvía cada vez más tensa.

—No quiero más engaños o mentiras, Damián. ¿De qué manera piensas solucionar todo esto? —preguntó con voz quebrada, su mirada clavada en la mía.

Respiré profundamente antes de responder, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—De la única forma que se arrancan los problemas de raíz. Tienes que entender que lo que ha hecho nuestro hijo no tiene perdón. Henry mató a nuestra nieta, lastimó a su hermano y a su esposa, e incluso fue capaz de traicionar a su propia madre, porque el odio que lo carcome por dentro, ha sido más fuerte que nosotros, sus padres, su familia. No puedo permitir que en una próxima ocasión logre su cometido.

Se pasó una mano por el cabello, visiblemente agotada. La conocía lo suficientemente bien como para saber que estaba luchando con sus propias emociones.

—¿Qué está pasando realmente? —preguntó, con la voz apenas un susurro.

Tomé un momento para recopilar mis pensamientos antes de continuar explicándole todo lo que había estado sucediendo detrás de escena. Le hablé sobre Hera y cómo ella había logrado atrapar a Henry y lo tenía en un lugar seguro para enfrentarlo de una vez. Ella escuchaba en silencio, su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa, preocupación y, sobre todo, una profunda tristeza.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó finalmente, cuando terminé de contarle la situación.

Sabía que esta era la parte más difícil de la conversación. Mis palabras salieron con dificultad.

—Lo único que puedo hacer por él es liberarlo de ese odio que lo está controlando.

Asintió lentamente, procesando la información.

—Por favor, permíteme hablar con él primero.

Mi corazón se apretó ante la idea de ella enfrentando a nuestro hijo después de todo lo que había pasado, pero sabía que ella necesitaba respuestas y tal vez, algún tipo de cierre emocional. Asentí con tristeza y quedamos en que lo visitaría con ella en el lugar donde Hera lo tenía retenido. Después de todo, nuestro hijo no quiere vernos ni en pintura y sé que estará mejor en compañía de su esposa.

Cuando bajamos de la camioneta, mi esposa y yo, los gritos desgarradores de Henry llenaron el aire. Mi corazón se retorció de angustia, y un nudo se formó en mi garganta. Juliet apretó mi mano con fuerza, sus ojos llenos de preocupación y temor. Habíamos temido lo peor, y esos gritos parecían confirmar nuestros peores temores.

Lamenté profundamente haberle encargado esta tarea a Hera, desafortunadamente ya era muy tarde para lamentos.

Cuando entramos en el lugar donde Henry estaba retenido, la escena que se desplegó ante nosotros fue grotesca y dolorosa para cualquier padre. Mi hijo estaba irreconocible, su rostro, torso y brazos desfigurados por las heridas. Estaba amarrado de pies y manos a una silla de metal, incapaz de moverse debido a la silla que había sido especialmente diseñada para evitar cualquier tipo de movimiento. Sus piernas estaban navegando en un charco de sangre, mientras que Aaron se encontraba en su entrepierna, causándole un tormento inimaginable al ir comiéndoselo de poco a poco vivo. Los sonidos de Aarón mientras masticaba los trozos de su carne y los dejaba a medias a sus patas, hacía eco en el lugar. Tiraba de su piel colgante con fuerza, enterrando sus incisivos en los pedazos y desgarrando aún más de la zona de sus genitales ya inexistentes y mutilados.

Mi voz se quebró cuando le pregunté a Hera qué había hecho. Las órdenes que le había dado habían sido claras: solo quería que vigilara a Henry, no que lo torturara de esta manera.

Hera, con frialdad en sus ojos, respondió con una voz imperturbable:

—Tardaste mucho. Pensé que te habías arrepentido. Solo quería asegurarme de que tuviera su castigo. Alguien como él, merece derramar gota por gota de su contaminada sangre, hasta que su cuerpo se haya drenado por completo, pues los traidores como él no merecen llevar la misma sangre que ustedes corriendo por sus venas.

Mi mente estaba llena de conflictos. Por un lado, Henry merecía enfrentar las consecuencias de sus acciones, pero esto había cruzado una línea que nunca pensé que Hera atravesaría.

Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora