—¿A dónde?
Mis preguntas sobre mi destino fueron ignoradas mientras el hombre se dirigía a sus secuaces en francés. Incapaz de entender sus palabras, solo pude sentir un creciente temor al ver que se disponía a llevarme en brazos.
Durante el descenso por las escaleras, pronunció unas palabras en francés, "Tu es belle", aunque su significado exacto se me escapaba, la intensidad de su mirada dejó claro que no eran halagos convencionales.
Al llegar a una camioneta negra, depositó mi cuerpo en el asiento. Para mi sorpresa, no me dejó en paz. En cambio, me levantó con una fuerza que me hizo sentir vulnerable y me sentó en su regazo. La incomodidad se apoderó de mí mientras intentaba procesar la extraña situación. La camioneta comenzó a moverse, y mis pensamientos se mezclaron con la incertidumbre sobre lo que vendría después.
—¿A dónde me lleva?
—A un lugar seguro, por supuesto.
—¿Un lugar seguro? Me está secuestrando.
—Secuestro es una palabra muy exagerada. ¿Dónde está tu padre? ¿También se ha estado comunicando con tu madre?
—¿Qué? ¿De qué habla?
—No tienes que fingir delante de mí. Supongo que es él quien está detrás de todo esto.
—Mi padre desapareció de mi vida desde que era una niña. No sé de qué demonios habla, asumo que se ha equivocado de persona o se trata de una broma de mal gusto.
—¿Él te mandó? —insistió.
—¿De qué está hablando? ¿Quién me mandó a qué?
—Imagino que no formulé bien la pregunta. Entonces seré directo. ¿Dónde se está ocultando tu padre? Dudo mucho que hayas venido por tu cuenta, ¿o sí?
—Aquí hay un grave malentendido. Me está confundiendo con alguien más. Ya le dije que yo no sé dónde está mi padre, ni qué fue de la vida de él.
—Digamos que te creo, entonces, ¿qué has venido a hacer aquí? ¿Quién es esa mujer que te acompaña? —sacó de su bolsillo el celular y rebuscó en su galería, la cual estaba repleta de pornografía y desvié la mirada del asco. Lo menos que quería era ver mujeres follando y desnudas. Que hombre tan enfermo, por Dios…
Entre tanto buscar, por fin encontró lo que, al parecer, buscaba mostrarme con tanto afán. En la imagen que me mostró aparecía Hera y yo sentadas en la mesa de aquel lugar que visitamos para celebrar mi graduación. La imagen parecía haber sido tomada por una cámara de seguridad.
—Ella es mi tía.
Deslizó para mostrarme el resto de las imágenes, pero estas ya no se trataban de ella y de mí, sino de Hera acompañada de una mujer de cabello blanco. La mujer estaba de espaldas, por lo que el rostro no pude verlo, pero en realidad, eso no me importaba, para mí fue doloroso ver a Hera con otra mujer. ¿Quién era esa mujer y por qué mi tía estaba con ella?
—¿Es la hermana de mi mujer? Entonces, ¿sí malinterpreté la situación?
—¿Cómo que la hermana de tu mujer?
Hera y yo no compartimos ningún vínculo sanguíneo. ¿De qué está hablando este hombre?
—¿No la reconoces?
Mi corazón saltó un latido cuando él me mostró una foto más clara de la mujer de cabello blanco, revelando su rostro de frente. Mis ojos se ampliaron al reconocer a mi madre. La sorpresa y la incredulidad se apoderaron de mí. ¿Cómo podía ser posible que mi madre estuviera viva?
Aunque una parte de mí se llenó de felicidad al verla, otra se hundió en una profunda tristeza. Comprendí de golpe por qué Hera no podía superarla: la había estado viendo a mis espaldas todo este tiempo. La traición se mezcló con la confusión mientras intentaba procesar la revelación.
Desde cuándo, por qué me ocultó esto, eran preguntas que se agolpaban en mi mente, hiriendo mi corazón de maneras que no sabía cómo manejar.
—A mí me dijeron que mi mamá había muerto.
—¿Tu mamá muerta? ¿Quién te dijo eso? Ella está más viva que nunca. Entonces, no me equivoqué, ¿sí es cierto que eres su hija? Eres idéntica a tu madre. ¿Dónde has estado todo este tiempo?
—Con mi tía. Ella me dijo que mi mamá estaba muerta.
—Supongo que eso se debió a ese incidente.
—¿Incidente? ¿Qué incidente?
—Tu madre sufrió un altercado hace varios años. Estuvo gravemente herida. Cuando la encontramos, ella estaba inconsciente, atada de brazos y piernas dentro de una bolsa negra a las orillas de la carretera. Pensamos que estaba muerta, pero mi hijo detectó que seguía con vida y su pulso era bajo, por lo que la llevamos a una clínica privada para que recibiera asistencia médica de inmediato. Había perdido mucha sangre, fue un milagro que sobreviviera. Los médicos no tenían noticias muy alentadoras que digamos. Su recuperación fue lenta y dejó varias secuelas. Cuando despertó no recordaba nada del altercado ni de su pasado. Al sol de hoy, no ha recuperado por completo la memoria, solo pequeños e irrelevantes fragmentos. Supimos que en el pasado tuvo un hijo por la cicatriz de su vientre y por algunas pesadillas que sufrió, pero no pudimos encontrar nada que pudiera llevarnos a ti y a su pasado.
—¿Tú estás casado con mi mamá?
—Sí.
—¿Y la amas?
—Por supuesto, y mucho.
Tal vez aún hay una esperanza. Tal vez no todo está perdido.
—Si tu padre no tiene nada que ver con tu repentina aparición, entonces, es un alivio. Significa que no hay nada de lo que deba preocuparme. Mantengamos esta conversación que hemos tenido en secreto. A tu mamá hay que llevarla con calma. No se puede presionar a recordar, por lo que considero que es mejor no decirle nada sobre ti todavía. No sabemos cómo lo tome y no querrás que sufra, ¿verdad?
—Pero yo necesito verla y hablar con ella.
—No, no puedo permitir que eso suceda. Al menos no todavía.
—¿Por qué? Ella es mi mamá, tengo todo el derecho de verla y más ahora que me acabo de enterar que está con vida.
—A ella le ha ido mucho mejor haciéndose la idea de que su hijo, en este caso, su hija, puede que esté con vida, como puede que no. Ya se resignó, así que no podemos hacerle cambiar de parecer tan repentinamente. Si realmente te importa tu madre, lo mejor será que sigas con la idea de que está muerta. Será lo mejor para las dos—sonrió—. Cuéntame un poco sobre ti—su mano sostuvo mi mentón y sentí repulsión por esa extraña mirada que me estaba dedicando—. ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes?
—¿A ti qué te importa? Pídele a tus secuaces que detengan la camioneta y me dejen ir.
—Me temo que eso no podrá ser posible—acarició mi mejilla, ladeando la cabeza—. ¿Cómo podría dejar a una bella mujer como tú en medio de la calle a estas horas? ¿Sabes cuántos peligros hay ahí fuera? Si alguien te ve caminando por ahí, pueden ser capaces de hacerte muchas cosas impuras y horrendas. Una bella mujer como tú no merece pasar por algo así, ¿verdad que no?
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Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)
RomanceDecidir entre el amor y la razón nunca ha sido fácil, pero la decisión se complica mucho más cuando se tiene una serpiente al lado endulzándote el oído... Créditos a @Meganherzart por esta hermosa portada. ♥️