Capítulo ochenta y nueve

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—Después de lo que vivió, lo que necesita es ayuda.

—Puedes llevar el caballo al río, pero no puedes obligarlo a beber. Nuestra hija es demasiado bondadosa. La he criado muy contraria a mi persona, de lo cual a veces me arrepiento. No se ha relacionado mucho con el exterior, con la maldad y la realidad. Ahora mismo está confundida. No siente nada hacia esa mujer que no sea lástima al conocer su pasado, pero no es amor. Para que veas cuan cambiante son sus sentimientos, hasta hace unas semanas me confesó su amor y ahora de la noche a la mañana, está encaprichada con esa mujer.

—¿Te confesó su amor? ¿Mi hija está enamorada de ti? ¿Ustedes tuvieron algo?

—No. Jamás la vería como algo más que no sea mi hija postiza. Aquí el punto es que aún estamos a tiempo de evitar que nuestra hija se siga involucrando con ella. Conforme pase el tiempo, solo seguirá aumentando su capricho de ser la superheroína del cuento. Además, siempre estará en riesgo si esa mujer decide ayudar a su padre y le entrega a Alany. Ya lo hizo una vez, ¿qué te hace pensar que no lo haría una segunda vez? Si te importa el bienestar y el futuro de Alany, es momento de demostrarlo. Por mi parte, no me importa convertirme en la villana ante sus ojos. Solo es cuestión de tiempo para que recapacite y se dé cuenta que solo lo hacemos por su bien.

Ella tiene razón. Esa chica secuestró a mi hija y se la llevó a Gérard. Casi termina convirtiéndose en una víctima más.

En medio de mis pensamientos, escuché el chirrido agudo de las llantas de un auto. Hera fue quien reaccionó más rápido, en comparación a mí, y salió corriendo de la habitación. Fui tras ella, viéndola a la distancia parar en seco y la camioneta negra cruzar el portón y desaparecer de nuestra vista.

—¿Qué mierdas se quedan viendo? ¡Vayan tras ellas, inútiles! —le gritó Hera a sus hombres, quienes estaban estáticos.

—¿Qué pasó? 

—Tu hija siendo igual de necia y testaruda que tú, pero que ni crea que se saldrá con la suya—sacó de su bolsillo el móvil, tecleando con suma gracia y rapidez—. Primera y última vez que se atreverá a ser tan imprudente.

¿Acaso nos escuchó?

Alany

La carretera se desplegaba ante nosotras, el paisaje a duras penas se veía por la velocidad que la camioneta alcanzaba. Si bien es sabido es que mi tía no se quedará de brazos cruzados luego de esto, pero me negaba a permitir que le hiciera algo a Jolie. Sabía que no iba a desistir tan fácilmente y que tejía sus planes contra ella. Fue mi decisión huir.

—Lo siento, te he arrastrado a esto. No sé a dónde iremos, pero ya encontraremos algún sitio mientras las aguas se calman.

Su mano descansó en mi muslo y la miré, notando cómo negó con la cabeza.

—¿No qué?

Volvió a negar, llevando su mano a la palanca de emergencia, lo cual interpreté como un modo de pedirme que me detuviera.

—No voy a detenerme. Lo siento.

Sus manos se empuñaron, seguido a disponerse a abrir la puerta. Mis ojos se apartaron de la carretera, presionando el freno y sintiendo los movimientos abruptos de la camioneta al barrerse.

En poco tiempo fuimos rodeadas por las camionetas de mi tía. Nos habían ubicado y alcanzado demasiado rápido. Me bajé al encontrarme entre la espada y la pared, inhabilitada y atrapada. Mi tía estaba hecha una furia. Sus ojos, siempre despampanantes y hermosos, ahora solo destilaban fuego. Es la segunda vez que la hago enojar.

—Tía…

Dos de sus hombres trajeron a Jolie por el brazo hacia Hera, pero esta no se defendió contra ellos.

—Llévensela, luego los alcanzo—les ordenó.

—¿A dónde se la llevan? —quise intervenir, pero uno de ellos me sorprendió por detrás, atrapándome entre sus fornidos brazos con brusquedad—. ¿Qué vas a hacerle? ¡Ella no te ha hecho nada! —levanté la voz, buscando la manera de llamar su atención y de obtener una respuesta.

—Con tus acciones solo me estás dando la razón. Te creí más madura e inteligente. Que decepción.

—¡Mamá, no dejes que se la lleven, por favor!

Ella me miró, pero en instantes, desvió la mirada hacia mi tía.

—Hera tiene razón. Las cosas serán mejor así.

—¿Mejor así? Ahora lo entiendo. Ustedes dos son tal para cual. No les importa nada más que ustedes mismas. Tú no eres esa madre que tanto admiraba y extrañaba. Tú no eres ni una cuarta parte de ella, porque ella jamás le daría la espalda a alguien que necesita nuestra ayuda. Y tú, todo lo quieres solucionar así, porque eres una insensible, una maldita cobarde. ¡Las odio! —grité a todo pulmón, sintiendo la humedad de las lágrimas recorriendo mis mejillas.

Dulce Veneno 3 (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora