***Samuel***
Tenerla aquí entre mis brazos y besar esa boca es lo mejor que me pudo haber pasado. Serena es mi adicción, es una droga que necesito consumir todos los días para poder vivir, solo verla me alegra el día. Ella es mía y solo mía y Ay del desafortunado que intente algo con ella, lo mataré con mis propias manos. Sé que suena posesivo y tóxico, pero así soy cuando se trata de lo que es mío. Soy consciente del efecto que esta mocosa tiene en los hombres y me dan ganas de matar a todos los hombres que se cruzan en su camino.
—Serena nena tómalo con calma.
—No puedo Sam, te necesito. —Yo también te necesito, mi hermosa muñequita.
—Sam, hazme el amor.
Acaricio sus mejillas y la beso de nuevo. Un beso ardiente que enciende nuestras lenguas, nuestros cuerpos, sus manos no se quedan quietas porque empiezan a acariciar mi espalda y otra mano entre mi cabello, y a su vez acaricio sus hermosas piernas que me vuelven loco.
Muerdo sus labios para tener más acceso a su boca y ella gime de placer. Estoy al borde de la locura, necesito hacer la mía. La levanto como una princesa porque eso es lo que es, mi princesa para llevarla a mi habitación y ella envuelve tu mano alrededor de mi cuello.
—Te haré mi mujer Serena, te amaré hasta que no me queden más fuerzas para complacerte.
—Quiero ser tuya Sam.
Subo las escaleras con ella en brazos para llegar a mi habitación lo más rápido posible porque estoy a punto de explotar de tanto calor, placer, lujuria y El Cabo como lo llama Serena ya está palpitando pidiendo misericordia para salir de la mazmorra.
—¿Así que esta es mi nueva habitación?
—Sí, esta habitación será testigo de nuestra primera noche de amor y de muchas otras que le seguirán. Pero ahora es el momento de quitarte este vestido que ya me está molestando.
—Eres un desvergonzado Sam.
—¿Quieres que apague la luz o la deje encendida?
—Déjalo puesto porque tengo que tomar medidas de tu cuerpo y de El Cabo. —Dice esto con una sonrisa y mirando directamente el bulto que está formado en mi pantalón. —Y luego dices que yo soy el descarado.
La guío hacia la cama y me coloco detrás de ella para desabrocharle el vestido y dejarlo caer al suelo. ¡Mierda! Está condenadamente sexy con esa lencería amarilla con liguero, esa visión es una obra maestra, el amarillo va muy bien con el color de su piel, esa mujer es una Diosa del Monte Olimpo.
—Serena... —le susurro al oído y siento que se le eriza la piel. —¿Quieres matarme bebé? Se gira mordiéndose los labios con una pequeña sonrisa en la comisura
—¿Te gustó?
—Me encantó Serena, me fascina. Tu belleza es tan exquisita.
Miro una vez más de pies a cabeza y viceversa como si estuviera haciendo un escaneo completo de su hermoso cuerpo. He tenido varias mujeres, pero con ella todo es diferente. Es dulce, pero a la vez provocativa y adictiva, su mirada me inquieta, es un sentimiento diferente que me confunde, es como si fuera un ángel y un demonio a la vez. Me siento como un adolescente a punto de tener su primera noche de amor.
Serena es más de lo que jamás imaginé, y verla lista para mí aumenta mi autoestima. Quien inventó la frase "El mayor órgano sexual del hombre es el ego" tiene toda la razón, porque así me siento en ese preciso momento. Saber que voy a ser su primera aumenta mi ego hasta tal punto que no tienes ni puta idea.
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SERENA
RomanceTras la trágica muerte de su madre y hermano menor en un accidente automovilístico, Serena Lawrence fue enviada a un internado católico. Su padre, devastado por el dolor, erróneamente la responsabilizó de la pérdida de aquellos a quienes amaba profu...