Capítulo 12: Mi Dueña

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Qué bueno es estar en los brazos del ser amado. Si me preguntas cómo me siento, creo que no tendré palabras ni adjetivos para describir este momento. Fue mejor de lo que imaginaba, y escuchar de él que me ama me hace sentir la mujer más feliz del mundo. Ese hombre me vuelve loca, y la forma en que me tomó solo de pensarlo me moja y me inundan las hormonas. Este condenado si sabe cómo complacer y satisfacer a una mujer, hasta siento que mi vagina vuelve a palpitar. Sus besos, sus penetraciones, sus caricias UFF lo son todo. Y yo tampoco me quedo atrás, le hice una excelente mamada y se notaba que le encantó por cómo quedó, y no podía ser diferente porque mi querida maestra Lara me enseñó hasta el último detalle; Serena, debes felicitarte, soldado derribado con éxito.

Siempre he soñado perder mi virginidad con él porque es el hombre que amo y quiero, nunca me he visto en los brazos de otro hombre y solo imaginarlo me revuelve el estómago. Ahora ese sueño se ha hecho realidad, es todo mío.

—¿Qué estás pensando tanto? —Preguntó mi hombre.

—Pienso en lo que acaba de pasar y en lo maravilloso que fue.

—¡Vaya! ¿Y qué acaba de pasar, señorita? —Pregúntame y empieza a hacerme cosquillas en la barriga y ya no soy dueña de mis risas.

—Bombón, por favor, ya no soporto reír.

—Solo me detendré después de escuchar la respuesta. —Este condenándote pretende matarme de risa.

—Está bien, responderé. Acabamos de hacer el amor como dos perros en celo. —Respondo e inmediatamente se interpone entre mis piernas y empieza a chuparme los pezones como un hambriento. Me gusta, me encanta.

—¡Sam! —Suspiro emocionada y paso mis manos por su cabello, mientras las manos de Sam están una ocupada con mis senos y la otra acariciando mi clítoris que baila zumba con tanta alegría.

—¡Serena bebé, estás mojada otra vez! —Exclama y siento cómo introduce un dedo dentro de mi vagina.

—¡OH! Estoy Sam, estoy así para ti. —Y ahora introduce otro dedo y asalta mi boca en un beso rudo y lujurioso, donde chupa y se deleita de mis labios con ardiente pasión, su barba arde, lo cual me fascina, ya que es una de las cosas que más amo de él.

—Te necesito Serena. —No me da tiempo de responder cuando siento que me penetra una embestida y grito cuando siento lo profundo que fue. Y rodeo mis piernas por su cintura y empieza a follarme como solo él sabe hacerlo. Todavía me arde la vagina, pero no me importa porque con él siento que estoy en las nubes, con él quiero experimentarlo todo y me encanta que me folle así.

—Nena estás tan apretada y caliente. —Me dice con la voz completamente excitada y ronca mientras sigue con su trabajo.

—Y eres tan grande que siento como si me estuvieras partiendo en dos Sam. —Ahora su ego va a alcanzar alturas.

—¿Te gusta que te folle tan fuerte?

—Me encanta. —Suspiro.

De repente Sam sale de mí y me da vueltas poniéndome de cuatro sobre la cama y vuelve a entrar, comenzando a penetrarme con fuerza. —¡Aaahhh! —Este hombre me va a hacer aprender todas las oraciones posibles.

—Serena, tú serás mi perdición.

—Y tú la mía. —agrego y siento cómo una bofetada cae en mis nalgas—. Sam, más, quiero más. —Ay, Sagrado Corazón de Jesús, ¿Me estoy volviendo masoquista? Es que este hombre me lleva al límite. Y siento cómo uno y otras bofetadas caen sobre mis nalgas. No sé si podré sentarme mañana.

—¡Sam! Suspiro emocionado.

—¿Serena te gustan las nalgadas? —Hmm, es todo lo que sale de mi boca porque ya no puedo pronunciar una palabra, ya que he entrado en estado de éxtasis, que no puedo pensar en nada más.

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