Capítulo 4: Nuevas Emociones

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***Serena***

Estoy feliz y nerviosa al mismo tiempo porque volveré a ver a Sam después de dos años sin verlo desde la última Navidad que pasé aquí en la mansión. ¡Caray! Solo con pensar en él me hace sentir mil palpitaciones y me da un calor que hace que mi mundo gire ciento ochenta grados y como estoy vestida Uy es imposible pasar desapercibida. Hoy ese condenado verá que la niña ha crecido y que ahora es una mujer. Incluso tengo ganas de cantar la canción "baba" de la cantante brasileña Kelly Key.

Baby, baba, mira lo que te perdiste

Baba, la niña creció

Bueno, bien hecho por ti y ahora soy más yo

Esto es para que aprendas a nunca más despreciarme

Baba, baby, baby, baba, baba

—Buenas noches.

Veo cómo los ojos de Sam se abrieron como platos sin pestañear, mirándome de pies a cabeza y viceversa porque puedo detallar que no puede creer que esa mocosa como me llamaba constantemente esté frente a él y que no había nada más de mocosa sobre mí, bueno un poco. Ahora soy una mujer en todo mi esplendor y con unos cuantos trucos. El pobre no me quita los ojos de encima, hasta supongo que se va a desmayar. Mejor contengo mi risa porque de lo contrario no podré explicar que me estoy riendo de su cara que está a punto de estallar.

—Serena, cuanto tiempo. ¿Cómo estás?

—Muchísimo bien Samuel y ¿qué tal tú?

—También estoy maravillosamente bien.

Me acerco a él para besarlo en las mejillas y sentir su olor tan viril que me hace delirar. Descubrí que Tom Ford es uno de sus perfumes favoritos. —Uh, qué bien sabe. —Digo suavemente en su oído derecho...

Él a su vez se aclara la garganta, lame sus labios y me da la mano. ¿Joder qué fue eso? Sentí una electricidad recorrer todo mi cuerpo que incluso hizo que mi piel se erizara ante su contacto, y creo que él también la sintió por la forma en que miro miró con la frente arrugada.

—Mira, hija que guapa estás. Ahora que todos están aquí, cenemos.

Comenzamos a cenar, riéndose, hablando mucho de lo que yo hacía cuando estaba en el internado y de lo mucho que extrañaba la Madre Superiora, las hermanas y monjas, y todo el personal de internado mientras él de vez en cuando lo pillaba mirándome fijamente sin siquiera disimularlo, y por mi parte también lo mismo. Como voy a quitar los ojos de encima de él si el hijo de su madre está buenísimo, ¿y como no ser? Sí, es un adonis de casi dos metros con un porte de hombre malo. UFF hasta me imagino montada en él.

—¿Serena cuántos años tienes ahora?

—Estoy con diecinueve años, Samuel, contesto con una sonrisa de oreja a oreja. —Mírame bien Sam, porque de hoy en adelante seré una de tus pesadillas hasta que seas mío.

—Serena ahora es una mujer que hará suspirar muchos hombres, y a partir de mañana te presento a unos chicos y prepárate que este final de semana nos vamos al club porque no tengo intención de dejarte descansar. Ahora comenzarás a vivir. —Comenta Lara más que eufórica.

—Hija, no incluyas a Serena en tus locuras.

—¿Qué locuras mamá? Si Serena está tan loca como yo. Pero no te preocupes, ella está a salvo conmigo.

SERENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora