Capítulo 18: La Desilusión

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Narrativa del Autor

Serena se quedó helada, su corazón parecía haberse detenido por un momento. Las palabras de Samuel resonaban en su mente como un eco persistente. Habían compartido tantos momentos juntos, tantas caricias, miradas, promesas. ¿Todo había sido en vano? ¿Acaso los detalles, las risas compartidas y las noches en vela no significaban nada para él?

Recordó las veces en las que él le decía cuánto la amaba, pero ahora, todas esas promesas parecían desvanecerse con esas dos palabras: «Mi prima». Un título que reducía todo lo que habían compartido a una simple relación familiar, sin la profundidad y el compromiso del amor verdadero.

Las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos, pero Serena se prometió a sí misma mantener la compostura. No iba a permitir que Samuel la viera derrumbarse. Se merecía a alguien que la amara genuinamente, que la valorara como mujer y como persona. No podía, y no debía, dejar que un hombre definiera su valor.

Dolía, sí. Pero esta experiencia solo la fortalecería. Serena entendió que no debía conformarse con menos de lo que merecía. Si Samuel no podía ofrecerle un amor sincero y respetuoso, entonces ella encontraría a alguien otra persona. Porque al final del día, su dignidad y autoestima eran más importantes que cualquier relación pasajera.

Samuel fue a hablar con los nuevos clientes que mencionó Vivianne pero sin perderla de vista. Serena salía del pasillo cuando Lara la detuvo.

—¿Pumba que tienes? ¿Qué fue que sucedió?

—Me voy Lara, ya no estoy de humor para estar aquí. —Responde ella.

—¿Por qué? ¿Qué fue que sucedió?

—¿Por qué debería quedarme aquí y ver a tu hermano desfilar de abajo hacia arriba con esa Barbie de silicona? O más bien, que me presenta como su prima y no como su novia.

—¿Qué, Samuel, hizo eso? —Serena asiente para confirmar lo que acaba de decir.

Lara miró a Serena con comprensión y preocupación en sus ojos. El enlace entre los hermanos era fuerte, pero Lara siempre había tenido un lugar especial en su corazón para Serena, su amiga de toda la vida y su hermana de corazón.

—No puedo creer que haya hecho algo así —suspiró Lara—. Siempre he sabido que Samuel puede ser un idiota en ocasiones, pero esto es imperdonable.

Serena intentó contener las lágrimas que amenazaban con brotar. Se sentía humillada, menospreciada y, sobre todo, traicionada.

—Ya no sé qué pensar, Lara —murmuró Serena— consideré que lo que teníamos era real. Pero tal vez solo era una ilusión en mi cabeza.

Lara tomó a Serena del brazo, guiándola a un rincón más tranquilo de la fiesta.

—Mira, Serena, no voy a justificar lo que Samuel hizo. Fue erróneo y te debe una explicación, sin duda. Sin embargo, ¿estás segura de que quieres tomar una decisión precipitada basada en un solo incidente?

Serena pensó un momento antes de responder. —No se trata solo de hoy, Lara. Son las pequeñas cosas, los comentarios, las miradas. Estoy cansada de sentir que no soy suficiente, de ser relegada al segundo plano.

—Hablaré con él ahora. —Lara quiso ir donde Samuel para pedirle explicaciones, pero Serena le impidió ir.

—No. Tú no harás eso. Serena Lawrence no se humilla ante el amor y la atención de ningún hombre. —¿Pero Pumba?

—Suficiente por hoy Timón. Solamente quiero salir de aquí lo antes posible. Te veo en casa.

Serena se despidió de Lara yéndose de allí completamente devastada, y en ese momento pensó en lo mucho que falta el abrazo de una madre. De camino a la puerta principal de Dalton Enterprise, comienza a escuchar a Samuel llamándola, pero decidió ignorarlo y seguir caminando.

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