Capítulo 27: Haciéndote Más Feliz

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***Samuel***

—¡Hombre, relájate! La mesa no hizo nada para merecer esa agresión. —Jason bromea al verme golpear con fuerza la mesa, evidenciando mi frustración. Estamos en mi oficina y William está con nosotros.

—¡Maldita situación! Estoy furioso, Jason. Discutí con Serena por culpa de ese Steve. Odio estar lejos de ella, más aún ahora que está embarazada.

Cuando Serena me dijo que había decidido hablar con Steve, me resistí de todas las formas posibles. No quiero que ella se acerque a ese hombre que causó tanto daño. Sabía que, eventualmente, este encuentro sucedería, pero no imaginé que sería tan pronto.

Esa noche, opté por dormir en mi apartamento en vez de quedarme con ella, dejándola sola. Desde la reaparición de ese desgraciado, he dormido con ella en la casa de mis padres, siempre atento y cuidándola, especialmente después del episodio en el que se sintió mal y tuve que llevarla al hospital.

—Entonces resuelve esto. Haz las paces con ella. Serena te adora, y por más difícil que sea para ti, necesitas entender que Steve es su padre. Y es natural que ella quiera retomar esa relación. —Jason aconseja, mientras William y yo intercambiamos miradas comprensivas.

—Ese imbécil no merece ser llamado padre. —Dice William.

—En eso estoy de acuerdo.

—Hermano, a pesar de todo, estoy del lado de Jason. Ve y arréglatelas con Serena, ella está sufriendo con esta distancia. A menos que quieras correr el riesgo de que Cristobal Lambert ocupe tu lugar. —Comenta mi hermano, haciéndome fruncir el ceño de irritación, ya que el nombre de Cristobal ha sido una verdadera piedra en mi zapato últimamente.

—¿De qué estás hablando? —Pregunto, mi voz cargada de tensión.

—Nancy me contó que él estuvo allí nuevamente ayer, visitándola. Y, por supuesto, llevó las flores que Serena tanto adora.

—¿Qué? ¿Cómo es eso?

Paso la mano por el cabello, claramente alterado ahora. Un enfado ardiente me domina, y en un impulso, vacío mi copa de whisky de un solo trago, lanzándola luego contra la pared. El estallido del vidrio resuena en la sala, y Jason y William me miran, claramente sorprendidos.

—Ese viejo no sabe con quién está tratando. Le enseñaré una lección y le mostraré que no debe meterse con lo que es mío. Si el papa se niega a lidiar con su amiguito, entonces lo manejaré a mi manera.

La risa de William corta la tensión en el aire, y lo miro sin entender, mi enfado solo se intensifica.

—¡William, esto no es una broma! No estoy de humor para chistes ahora. —Exclamo, perplejo por la constante ligereza de mi hermano. Es un misterio cómo siempre logra encontrar humor incluso en las situaciones más tensas.

—Hermano, deberías ver la expresión en tu rostro ahora. Parece que vas a explotar en cualquier momento. —William provoca, intentando aliviar la tensión—. Solo estaba bromeando. Cristobal Lambert no fue a visitar a Serena.

Le lanzo un bolígrafo que estaba sobre la mesa, mostrando mi frustración con su intento de humor.

—Don Juan, respira hondo o terminarás teniendo un ataque al corazón. —Jason aconseja, intentando calmar la situación.

—Sería más fácil si no me provocaran. —Respondo, apagando el ordenador y preparándome para salir. Ellos observan en silencio, claramente anticipando mi próximo movimiento.

—Cierren la puerta al salir. —Ordeno, escuchando sus murmullos en el fondo, pero los ignoro, sabiendo que pronto sería mi turno de reírme de la situación.

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