Capítulo 29: Sí. Yo Acepto

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***Samuel***

Dos semanas después

Hoy es Navidad y como siempre mi madre organizó una fiesta con familiares y algunos amigos cercanos. Mi pequeña se mudó a mi apartamento. Sí, finalmente vive conmigo. Fue difícil porque sé cuánto no quería separarse de mi madre, de Lara y de Pippa, y hablando de esta última, es un terremoto, como dice Serena, pero se convirtió en la alegría de la mansión Dalton.

Retomando el tema anterior. Mi pequeña sintió profundamente esta separación y mi madre, igualmente apegada, encontró difícil decir adiós. Sin embargo, encontraron un punto medio: al menos tres veces por semana, Serena pasa la tarde en la mansión. Valoro mi independencia y ya empezaba a echar de menos dormir en mi propio espacio, disfrutando de mi privacidad. Ahora llevamos una vida de marido y mujer, Serena no me deja en paz. Si nuestro cuarto pudiera hablar, se asustarían con lo que escucharían.

Los padres y hermanos de Beatrice están en Seattle para pasar la Navidad con ella, y mis padres los invitaron a la fiesta. Mi hermano está nerviosismo por finalmente conocer a sus suegros. Le dije que llegaría mi momento de burlarme de él, y ese momento ha llegado.

Con mi querido suegro, nuestra relación va mejorando poco a poco, pero, aun así, no confío plenamente en él. Sé que está haciendo esfuerzos para reconquistar a su hija, sin embargo, está demasiado pegajoso, solo falta que quiera mudarse aquí con nosotros.

La nana de Serena también se mudó a Seattle con su familia, su esposo es un buen hombre y un empleado dedicado. Quería ofrecerle un apartamento, pero mi querido suegro insistió en hacerlo como una disculpa por haber sido un patán con Carolina y también en agradecimiento por todo el amor que siente por Serena.

Mi hijo crece saludable con cada día que pasa. Hoy tengo una sorpresa muy especial para mi mocosa, y es un secreto que solo Lara y yo sabemos. Ahora estamos en nuestra habitación terminando de arreglarnos para salir.

—Bombón, ya estoy lista, podemos ir.

Bajamos al estacionamiento y esta noche voy a conducir yo mismo porque di la noche libre a mis hombres. También quiero que disfruten de la noche navideña con sus familias. La mansión Dalton no está muy lejos de aquí, así que disfruto de la compañía de mi pequeña durante el viaje. Durante el trayecto, siento cómo la mano de Serena empieza a acariciar mis piernas hasta llegar a «El Cabo» y no para de mimarlo. La miro de reojo y ella me mira aún más coqueta, mordiéndose los labios.

—Bombón, bien podrías darme mi regalo de Navidad por adelantado.

—Serena, necesito concentrarme o de lo contrario chocaremos contra otro coche.

—Pero si no estoy haciendo nada. —Responde aún más traviesa.

Estaciono el coche, suelto su cinturón de seguridad y la tomo por la nuca para besarla, intentando calmar ese apetito que últimamente tiene. Desabrocho su cinturón para acercarla más a mi cuerpo. Profundizamos nuestro beso, es exigente; nuestras lenguas bailan en sincronía deleitándose la una a la otra. Muerdo su labio inferior y suelta un pequeño gemido, indicándome que debemos parar o de lo contrario la tomaré aquí mismo.

—Mereces unos buenos azotes por ser una chica mala, señorita Lawrence.

—Eso no es un castigo, es un premio. —Responde sacándome la lengua. Continuamos nuestro trayecto hasta llegar a la mansión y desde la distancia veo algunos coches entrando. Ya adentro, nos dirigimos hacia el salón de fiestas en la mansión y la primera persona que nos ve es Pippa, que corre hacia nosotros.

—¡Hermano, te ves guapo! —Se acerca y, como siempre, me saluda con un beso en la nariz—. ¿Qué me has comprado para Navidad?

Serena responde con una sonrisa: —Es una sorpresa.

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