Capítulo 42: La fiesta Continúa

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***Samuel***

Hemos llegado a la mansión y estoy demasiado enfadado con Serena, realmente hoy ella y mi hermana cruzaron la línea. Una cosa es ver a bailarines semidesnudos, y otra muy diferente es permitir que se acerquen e incluso toquen sus traseros, y para empeorar las cosas, casi todas estaban ebrias. Sinceramente, espero que Steve dé una buena lección a mi hermana porque se lo merece, y en cuanto a mi mocosa, ya le llegará su merecido.

—Vamos subiendo porque tenemos mucho de qué hablar, señorita Mancini. —Veo cómo William lleva a Beatrice, claramente molesto con ella, y por su expresión, el castigo es seguro. Todos suben, dejándome atrás porque tengo que esperar a Serena, que fue al baño.

Minutos después, viene caminando hacia mí con una expresión de niña arrepentida y un puchero en el rostro. La ignoro y aparto la mirada, porque esta vez no va a conseguir convencerme. Al darse cuenta de que no digo nada y sigo ignorándola, murmura algo que no alcanzo a escuchar y comienza a subir las escaleras de manera provocativa, moviendo su hermoso trasero. Sube escalón por escalón y yo la observo con una erección tremenda que comienza a doler. De repente, se detiene y me mira de reojo mientras acaricia su trasero, que hoy pagará las consecuencias.

—¿Vienes o te quedas ahí mirándome?

Me apresuro y me detengo detrás de ella, agarrando su cintura y acercando su cuerpo al mío, y es mi turno de empezar a frotar mi pene contra ese delicioso culo que tiene. Deja escapar un pequeño suspiro y seguimos subiendo. Al terminar tomo sus piernas para cargarla nuevamente sobre mis hombros y esta vez le doy una fuerte palmada que la hace gritar.

—Silencio que tiene gente durmiendo

—No están durmiendo. Están follando. —Dice y siento sus manos tocando mi trasero y me pongo a reír porque está condenada al que haré esposa en unos días me va a matar.

Una vez en la habitación, lo dejo en el suelo y cierro la puerta con seguro, encendiendo la luz ambiental, ni demasiado oscura ni demasiado brillante. Nos quedamos en silencio y empiezo a caminar hacia ella y ella retrocede hasta caer sentada en la cama.

—Bombón, puedo explicarlo todo. —Comenta, entrecortando las palabras y asustada por mi expresión facial—. Como hoy es mi despedida de soltero, mi madrastra organizó una salida solo de mujeres. Te juro por Dios que pensé que íbamos a cenar y escuchar música en vivo, pero no fue así. Cuando llegamos al club, me negué rotundamente, diciendo que no podía hacerlo porque prometí a mi bombón que me comportaría. Tú mejor que nadie conoces a la hermana que tienes.

Termina de hablar y me empiezo a reír, sin poder creer la excusa que está contando. Mi mocosa sabe cómo hacerse la víctima cuando quiere. Hasta puede poner cara de pena y de sufrimiento.

—Eres una mentirosa, Serena. Mientes tan bien que cualquiera que no te conozca caería en tu juego.

—En serio, bombón. Prácticamente, me obligaron, o mejor dicho, me secuestraron. —Me froto la cara riendo y muevo la cabeza en señal de negación.

Ella se levanta de la cama de forma coqueta y comienza a acariciar mi pecho por encima de mi camisa. Estoy tratando de disimular lo mejor que puedo para no mostrarle el efecto que ese toque me está provocando. Aunque es casi imposible negarlo, porque El Cabo está muy despierto. Comienza a bajar sus manos y las detengo cuando siento que llegaron a la hebilla de mi pantalón.

—Nada de eso, mocosa.

Me niego y ella me ofrece una sonrisa descarada mientras se aleja de mí. Espero para ver cuál será su próximo movimiento.

—Bombón... —Me giro cuando la escucho llamándome y, para mi desgracia, la veo comenzar a hacer movimientos sensuales como una Stripe. Me paso la mano por el cabello porque estoy en apuros, realmente no quiero caer en los juegos de Serena.

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