Capítulo 38: Baby George

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***Samuel***

Maldita Sara y su madre, intentaron destruir mi relación con Serena enviando esas fotos distorsionadas, por suerte mi mocosa no es tan ingenua y me dio la oportunidad de explicarse, y lo mejor es que creyó en mí. Porque si no hubiera creído, habría matado a esas dos brujas de Salem, como habla Serena. Justo ahora que mi hijo está a punto de nacer es cuando esas dos intentaron causar problemas.

Hoy no fui a la empresa porque Serena está prohibida de salir de casa, y como es terca como una mula, Carolina y Lety no pueden controlarla cuando se le mete una idea en la cabeza y quiere hacerla, aunque el mundo se esté cayendo. Sinceramente, solo espero que George no salga como su madre, porque dos personas con la terquedad de Serena serían un boleto directo al hospital psiquiátrico.

Ahora estoy en mi oficina trabajando mientras ella ve la televisión con algunas de sus series favoritas. Menos mal que dejé todo organizado en la oficina. Mi teléfono suena y es el senador Vargas, contesto porque pienso que debe tener información importante.

—Samuel, tengo algo muy crucial que decirte.

—¿Qué pasa?

—Serena tenía razón. La persona detrás de los ataques a ella es Sara Davis.

Sentí una electricidad recorrer cada parte de mi cuerpo al escuchar eso. Una enorme rabia se apoderó de mí. ¿Cómo es posible? Todo este tiempo, ella estuvo jugando conmigo, haciéndome parecer un idiota, y lo peor es que peleé con Serena por ella, por no creer que fuera capaz de llegar tan lejos.

—¿Qué quieres decir?

—Aún hay más, Samuel. Esta mujer simuló su propia muerte para escapar con su amante ruso. Nunca estuvo en coma, nada de eso. Su cómplice en Trinidad y Tobago lo confesó todo. Sara es una asesina, Samuel. Ha matado a muchas personas, incluyendo a su amante ruso, por haberle robado todo su dinero.

El senador Vargas comienza a explicar todos los crímenes de Sara, y me quedo asombrado al escuchar todas las atrocidades que esta mujer ha cometido por dinero. Al mismo tiempo, siento decepción y enojo hacia mí mismo por no haber escuchado cuando mis padres, hermanos y amigos me decían que ella no vale la pena, que es una cazafortunas. Un odio que nunca pensé sentir hacia nadie comienza a crecer en mi interior, haciéndome odiar a esta mujer. Si alguna vez me gustó, ya no lo recuerdo.

—¿Dónde está Serena?

—Está conmigo aquí en casa.

—Por favor, cuídense y avisa a tus hombres sobre lo que te he dicho. En cuanto a tus padres y Steve, no te preocupes por ellos, porque Cristóbal ya los ha informado. Concéntrate en tu seguridad y la de Serena.

—Muchas gracias por advertirme, senador Vargas, pero ahora tengo que colgar porque Serena me está llamando a gritos. —Cuelgo y me apresuro a su encuentro, encontrándola de pie y llevándome un susto al ver que su bolso se había roto.

—Sam, baby George, ya está cansado de ver tu polla alegre, así que decidió que es mejor salir para ver las estrellitas.

—Creo que sí. —Lo añado porque ni en este momento mi mocosa puede mantenerse sería.

—Lety, Carolina. —Ahora es mi turno de llamarlas a gritos.

—Estamos aquí, señor. —Dice Lety.

—Dios mío, ha llegado la hora de mi niña.

—Sí, nana. Mi hijo va a nacer. —Comenta Serena feliz.

—Carolina, por favor, ve a buscar la bolsa con las cosas de George, y Lety informa a Carlos y a los hombres que estamos bajando, que estén preparados.

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