Narrativa del autor
—¿Mocosa eres tú?
—Sí, soy yo Bombón
—¿Ahora que quieres y como conseguiste mi número?
—Que pregunta más estúpida, Sam, ¿Te olvidaste que vivo con tus padres?
—Para mi mala suerte, eso sí, ¿cómo olvidar?
—Deja de ser un gruñón y escucha: te invito a ir al club mañana conmigo y Lara, y no acepto un no por respuesta.
—No estoy de humor y Adiós.
—Te estaremos esperando porque sé que lo irás. Adiós Bombón y sueña conmigo.
El mundo ya no es el mismo, ahora esa mocosa me invita o mejor dicho me ordena ir al club con ella. ¿Quién se cree que es? Mejor me voy a dormir porque Serena me va a dejar con canas verdes.
********
—William hijo llegaste.
—¡Mamá, no sabes lo cuanto te extrañé!
—Hijo, pensé que te enamoraste de alguna francesa y olvidaste de tu familia.
—Mama por Dios.
—Por Dios nada hijo. ¿Supones que creo que todo este tiempo estuviste en Francia solo por negocios? ¿Me juzgas tonta?
—Hermano bienvenido a casa...
—Hermana, tienes que ver qué te trajo.
—¡Muéstrame, Muéstrame!
—Despacio, despacio, hija, deja tu hermano si acomodar primero y luego puedes explotar con tus locuras.
—¿Y la nueva reina de la casa donde está?
—Aquí estoy.
—¿Serena eres tú? ¿Déjame ver bien porque creo que dormí unos años o es un espejismo que está aquí frente a mí?
—Siempre con tus bromas, ya no cambias. —William suelta una carcajada como solo él sabe. William y Samuel son muy parecidos físicamente con una diferencia de edad de tres años, con la diferencia de que William tiene cabello castaño oscuro y ojos azules como de Lara y su madre y es unos centímetros más bajo que su hermano. Y como hermanos también tienen los mismos gustos y los mismos placeres.
—Lo sé, y eso encanta a las mujeres.
—Ya sabemos Don Juan 2.0
—Ahora ven aquí y dame un abrazo porque sabes que te quiero como a una hermana. —Serena se acerca y le da un cálido abrazo porque también la quiere como hermano.
—¿Ahora cuéntame cuantos chicos ya tienes a tus pies? ¿Y cuántos tengo qué patear las pelotas o dejar sin descendencia?
—¡Te lo diré, hermano! Serena está matando corazones dondequiera que va, y en la universidad, muchos chicos están tratando de ganársela, incluido su profesor de estadística. A ese hombre, sí, le puede patear las bolas, el resto no.
—Esto tendré que averiguarlo con mis propios ojos por qué nadie jugará contigo. Y por cierto, Serena, ¿La monja rubia de ojos color miel sigue siendo monja o ha dejado de servir a Dios y ahora es libre? —Habla William levantando las cejas y con una sonrisa burlona.
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SERENA
RomanceTras la trágica muerte de su madre y hermano menor en un accidente automovilístico, Serena Lawrence fue enviada a un internado católico. Su padre, devastado por el dolor, erróneamente la responsabilizó de la pérdida de aquellos a quienes amaba profu...