El amor es el sentimiento más grande que una persona puede experimentar, pero para Jungkook esa palabra es la mentira más grande del mundo, ya que para él, el amor no existe, por lo que solo piensa en divertirse y jugar, darse un festín con cualqui...
Jimin abrió sus ojos más de lo normal, se impresionó al ver que el dueño de ese edificio era alguien joven, pero su cabeza no entendía como una persona aparentemente un año mayor a él, podía tener tanto dinero.
¿Qué había hecho en toda su vida? solo trabajar, esa y más preguntas pasaron por su cabeza.
–Parece que ha visto un fantasma, ¿se siente bien? –preguntó Yoongi que estaba a la espera de ver como ese rubio caía desmayado, pues su cara estaba pálida.
-Sé que muchos se han sorprendido por lo guapo que soy, pero tengo que aceptar que nunca nadie a reaccionado como usted- Yoongi mostraba una pequeña sonrisa en sus labios, le causaba mucha gracia ver la cara de asombro del rubio.
Jimin intentó relajarse, respirando suavemente, alzó su mirada y lo vio de pies a cabeza. El hombre que tenía frente a él, era alto, delgado, con cabello oscuro, con suaves mechones que caían en su rostro, más la ropa negra que llevaba, se veía elegante y sofisticado, miró su rostro, era fino y delicado, su piel blanca y las facciones que adornaban su cara mostraban a un chico sexy y cautivador.
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–Si, estoy bien, ¿Por qué no debería estarlo?. –Jimin respondió mientras veía aun con asombro al chico.
–Me alegra saber eso, si me acerqué a usted fue porque estaba maltratando una de mis preciadas máquinas de juego, por favor no lo haga otra vez, sino me veré en la obligación de mandarlo a sacar.
Jimin agachó su cabeza mientras jugaba con sus dedos. –Lo siento, es solo que no he ganado en toda la noche, me dio coraje y la agarré a golpes.
–Ahh, vaya, que fácil, ¿y que culpa tiene la máquina de su mala suerte?
–Pues no sé, eso dígame usted. –Jimin cruzó sus brazos mientras lo miraba con enojo. –¿No será que estas máquinas están programadas para robar el dinero?
–Me está tratando de decir que yo programé las máquinas para robar o entendí mal.
–No lo sé, usted como el dueño que dice ser, debe de saberlo. –La mirada de Jimin cada vez se veía mas enojada, su rostro estaba tenso y una de sus cejas ligeramente alzada.
–Además mírese, es muy joven para ser el dueño de este edificio, qué negocios habrá hecho para conseguir este lugar, nada legal me imagino.
Yoongi estaba perdiendo la poca paciencia que tiene, pero era un cliente, y su lema siempre a sido el cliente siempre tiene la razón, pero esta vez le estaba siendo demasiado difícil controlarse y no explotar con el rubio.
–Mire joven, cálmese, es más voy a pedir que le den un trago para que se relaje y siga jugando, Voy hacer como que no escuché nada de lo que ha dicho, porque no me quiero alterar, mis máquinas no roban a nadie o sino vea a los demás jugadores, están felices, no es mi culpa si usted no tiene suerte. –Yoongi no dijo más y se fue. Es verdad que pediría un trago para el rubio pero definitivamente sería el más barato.
