12. Polvere

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Cuando Lorenzo veía desde la cocina a su madre disfrutar de novelas románticas en la sala, pensaba que lo hacía porque extrañaba a su padre o porque necesitaba disfrutar del amor masculino de un hombre que esté dispuesto a pasar el resto de su vida a su lado, como una pareja.

Pero después, cuando visitaba a Carlo, notó a su madre esperar puntualmente también la transmisión de una novela llena de amoríos a lado de su esposo, eso sí que ya no lo entendía, ¿Por qué miraba cosas de amor si ya tenía a quien amar?

Se juró a sí mismo no mirar nunca ese tipo de programas, ni películas llenas de drama porque él no estaba tan necesitado o urgido de tener una relación, pero ese mismo día en el que supo que Ángelo sufrió un ataque de pánico, se sentó al lado de su madre para ver un capítulo de su novela favorita y pensar en muchas cosas.

La amistad que formó con el rubio no es una como la que llevaba con Carlo o Maurizio, es más íntima, sabía que nunca podría abrazar a Carlo mientras dormía o darle besos en el hombro como lo hizo con Ángelo, tampoco le dedicaría una estrofa en sus canciones ni soportaría por tanto tiempo su carácter difícil de tratar, tampoco se la pasaría todas las clases mirando su perfecto perfil, ni toda la noche viéndolo dormir, incluso soñando con el.

Mucho menos admiraba tanto a Carlo como lo hacía con Ángelo.

Se tomaba el tiempo de poder rescatar cada característica suya, cada manera de actuar, facción, el hecho de que sus ojos se cierren formando dos líneas cada vez que se reía o sonreía lo traía malditamente loco, también la manera en la que relamía sus apetecibles labios para comer o tenerlos brillosos, su risa, su nariz, sus mejillas abultadas, su diente levemente chueco que realmente era perfecto al momento de sonreír, sus manos pequeñas, su olor, su cabello rubio, su mirada fría con los desconocidos pero para él una totalmente cálida, su voz al cantar o su vocabulario vulgar, todo de Ángelo empezaba a moverle el corazón y como los protagonistas de las novelas, se encontraba completamente enamorado.

Él quería mucho a Carlo, pero jamás lo vería como veía a Ángelo, porque Ángelo no era un amigo más, era distinto, era especial y sentimental.

Con Ángelo podría mostrar todos sus defectos, virtudes y cada una de sus facetas, incluyendo las más negativas.

Por ese lado se halló tranquilo, pero por otro sentía la inquietud saltarle en el cuerpo, ir y proteger a Ángelo de todo lo que le lastimaba era algo que le picó desde el primer día en el que lo conoció, pero no lo veía del todo correcto, estaría haciéndole un daño al querer cuidar de Ángelo como si fuese un bebé indefenso cuando en realidad era muy capaz de enfrentar sus problemas solo, lo comprobó ese día.


-Eres muy valiente, ¿Te diste cuenta de que pudiste solo? Lo hiciste bien, eres capaz de enfrentar todo sin lastimarte.


Era verdad, no podía cuidarlo toda la vida, pero sí apoyarlo y recordarle todos los días que era alguien especial.

Tal vez comenzó a desarrollar sentimientos por Ángelo, jamás pensó que algo así le sucedería, siempre se declaró heterosexual, tuvo su primera vez con una mujer y siempre tenía a mujeres detrás suyo pero, ahora llegaba un chico rubio para hacerlo dudar o más bien, para empezar a enamorarlo con su manera tan única de ser.

Ángelo suspiró pesadamente por el dolor en la parte baja de su cabeza, cuando llegó a su casa escuchó a sus padres discutir.

-Te dije que lo arruinaría, apareció en todos los noticieros y revistas, llevarlo fue un error.

Se encontraba demasiado hipersensible, cualquier palabra contra su persona le hacía querer tirarse del techo de su casa y acabar con su vida, pero lo que Lorenzo le dijo resonaba en su cabeza, de la nada dejó de importarle lo que dijeron sus padres, no los escucharía más a ellos y tendría más presente las palabras de su amigo.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora