Año nuevo llegó, nuevas metas, nuevos caminos, y la mejor manera de empezar el primer día del mes, era obviamente, ir a estudiar.
Ángelo despertó con demasiada pereza en brazos de Lorenzo, no tuvieron que planear demasiado el primer amanecer del año que pasarían juntos, en realidad solo durmieron, Ángelo estaba como una piedra, literalmente Lorenzo fue quien le ayudó a vestirse y peinarse un poco para que no se caiga de lado, estaba entre dormido y despierto, con sus ojitos entrecerrados y su respiración suavizada que dejaba en evidencia la gran pereza que traía encima después de haber celebrado la noche anterior.
Lorenzo no renegaba, pero se preguntaba porqué el rubio tenía tanto deseo por dormir, si ambos durmieron incluso más de ocho horas, estaban descansados de pies a cabeza y aún así no dudó en cuidar de su chico, incluso en el momento de desayunar la deliciosa comida de la señora Marzia, le dio el alimento en la boca ignorando las burlas amistosas que su madre acostumbraba hacer.
Amaba que su mamá los cuide a ambos a pesar de todo, siempre fue cercano a ella, incluso si en sus vagos recuerdos estaban grabados los momentos de incertidumbre que vivió por no poder ni siquiera conversar con su progenitora.
Marzia siempre fue trabajadora, nunca fue de las mujeres que estiran la mano a un hombre para poder comer, era una mujer realizada y dedicada, pero a veces, Lorenzo deseaba que no trabaje incluso si de eso dependía su futuro...
Cuando era apenas un puberto, hubieron días en los que ni siquiera lograba encontrarse con su madre, ella tenía dos trabajos en ese entonces, uno en el hospital, y otro en la universidad nacional como maestra de sexóloga, el horario era demasiado pesado y cargado, apenas llegaba para almorzar, y si tenía un par de horas libres antes de entrar a su segundo trabajo, las ocupada para elaborar sus clases, mientras que Lorenzo la observaba desde un sillón hundido por las incontables veces que la esperó sentado hasta altas horas de la noche para simplemente verla trabajar.
Y cada vez que veía a su madre con la mirada perdida frente a la pantalla del computador, lloraba, porque a pesar de que ella era feliz trabajando, el se sentía terrible, nunca la vio descansar, todos los días se sumergía en sus horas pesadas de trabajo, quizá los fines de semana se relajaba, pero no era suficiente, Lorenzo quería verla descansar más, y soñaba con algún día poder mantenerla y darle toda la juventud que su madre perdió por tenerlo en una edad errónea.
Fue una de las razones por la que Lorenzo se aislaba de amigos y salidas, cada vez que tenía tiempo libre se sentía culpable, incluso si terminaba todos sus deberes y quehaceres del hogar, la desesperación lo inundaba al saber que su madre se partía la espalda trabajando y él estaba disfrutando del tiempo libre, lloraba bastante, porque aún así era incapaz de decirle cómo se sentía, ¿Cómo podría pedirle más atención cuando trabajaba por su culpa?
Justo en esos tiempos el acoso empezó a ensuciar sus días, Carlo siempre lo acompañaba, pero se volvió un escudo débil, pues aún así los molestaban sin consideración alguna, su madre nunca lo supo por su boca, fue Carlo el que tuvo que comunicarle todo lo que sucedía con Lorenzo para darle fin a aquel sufrimiento silencioso que el azabache cargaba todos los días en su espalda.
Estaría eternamente agradecido con su madre.
Ahora la veía más por la casa, y la ayuda de Ángelo era demasiado reconfortante, el rubio tenía ese no sé qué que le hacía sonreír con torpeza, y estaba seguro que su madre lo amaba de la misma manera.
Agradeció que en el camino, el rubio ya tuviera sus ojitos bien abiertos con una leve sonrisa en su rostro, completamente renovado y listo para empezar el día.
Se acostumbró a los cambios de humor de Ángelo, a veces era tierno de observar.
Apenas ingresaron a la escuela, Maurizio se lanzó sobre ellos para abrazarlos con rudeza, como un niño pequeño que se colgaba de sus dos padres por la conveniencia de haber recibido un nuevo juguete.
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FENTANILO ; kookmin
RomanceDonde Ángelo es adicto a las drogas y encontró a la persona que se convirtió en su codiciada dosis de fentanilo. "Porque el amor no corta las alas" 13.09.23 Actualización cada sábado y domingo No se permiten copias ni adaptaciones