Apenas puso un pie en el lugar donde el vago recuerdo de su infancia ser pisoteada llegó casi de manera instantánea a su cabeza, el ambiente ligero y hogareño superficial no tardó en envolver su presencia, cualquiera que ingrese a ese lugar por primera vez podría decir que era habitado por una hermosa familia, llena de valores y rebasando de amor incondicional, casi nadie se daría cuenta que hacía falta el último retoño de cualidad, casi.
Pero fue prueba suficiente para que Ángelo confirmara su breve teoría de que durante toda una década vivieron felices sin él.
Un suspiro escapó de sus labios cuando sus ojos se pegaron a las paredes de la sala llenas de cuadros y placas de reconocimiento con el rostro de su hermano, fotos familiares en los estantes y un comedor donde la mesa tan solo tenía tres sillas.
Casi parecía que él no existía, casi.
Sentía su infancia ser revivida en su mente, un pequeño niño rubio de mejillas gordas que corría por todo el lugar con algo de tierra en las rodillas, mientras que su hermano mayor permanecía sentado en el sillón de la sala, como un príncipe apuesto y educado, hasta ahora recordaba ello y se daba cuenta de lo diferentes que eran incluso cuando bebés, Ángelo siempre fue el más llorón y dependiente de su madre, mientras que Almiro era poco ruidoso y muy angelical.
Por alguna razón se avergonzaba de lo que fue durante toda su infancia a pesar de que no tuvo la culpa, solo era un bebé, un niño que no supo cómo actuar y sin embargo, hasta la actualidad se sentía apenado por no haber sido... alguien mejor.
El sonido de un par de tacones se acercaron desde la cocina hasta la sala con firmeza y vio el momento exacto en el que aquella mujer de sus pesadillas ingresó con el ceño fruncido, una mirada cargada de enojo y los brazos cruzados, aquella mirada que probablemente era exclusiva para su persona, no recordaba la última vez que su madre lo vio con amor.
-Así que drogadicto, eh.
-¡A los años, mammina! -se rio, acercándose a ella para encararla, cosa que jamás pudo hacer hace diez años más que llorar.
-Eres detestable Ángelo, te expulsaron del internado por ser un adicto y manchas la reputación de tu hermano a más no poder ¡Deja de comportarte como un niño cuando ya no lo eres!
El rubio rodó los ojos-. ¿Cuándo te he importado, eh? -se giró para ver a su papá-. Ni siquiera sé porqué me trajiste de vuelta, me hubieras dejado en Canadá -dijo dándole la espalda a su progenitora para tomar sus maletas.
-Claro que no me importas, me importa tu hermano -bufó-. Mañana irás a una academia para que te prepares para el ingreso a la Universidad, ten cuidado con mencionar algo sobre lo que ha pasado, ya fue suficiente con todo el show que nos has dado.
-Si claro, me voy, que flojera me da escucharte -se burló, caminando con tranquilidad hacia las escaleras, pero justo cuando estaba por dar con el primer escalón vio a su hermano bajar con una sonrisa en su rostro.
Los brazos de su mayor lo rodearon en un dulce y cálido abrazo de bienvenida, tuvo que retener el aire en sus pulmones para que ningún sollozo escape de sus labios, lo odiaba, odiaba que sea tan malditamente perfecto incluso en los peores momentos.
-Fratellino... que bueno que estás bien... te he extrañado muchísimo.
Almiro inició su carrera artística desde pequeño, partió grabando comerciales para productos de niños, actuando como extra en películas o series, siendo imagen en publicidades de negocios, cantando, bailando, así hasta que fue creciendo y con ello su fama se extendió por toda Italia, siendo uno de los actores más reconocidos de la industria.
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FENTANILO ; kookmin
Любовные романыDonde Ángelo es adicto a las drogas y encontró a la persona que se convirtió en su codiciada dosis de fentanilo. "Porque el amor no corta las alas" 13.09.23 Actualización cada sábado y domingo No se permiten copias ni adaptaciones