20. Disastro

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Acomodó el celular frente a la cama, logrando observar parte de su torso desnudo en la pantalla gracias a que la cámara frontal estaba activa y lograba darle más comodidad a la hora de buscar el ángulo perfecto.

-¿De verdad vas a grabar? -sonrió suavemente, abrazando por detrás a su novio que se encontraba completamente desnudo, luciendo con total orgullo ese trasero fibroso y su miembro semi erecto.

Asintió-. Si, ¿No te parece buena idea? Guardarlo como un recuerdo -contestó el azabache al mismo tiempo que presionaba el botón rojo para empezar a grabar.

Idea muy rara, pero para Ángelo una genialidad.

-Yo creo que deberíamos de publicarlo en alguna página porno, podríamos ganar mucho dinero.

Lorenzo rio suavemente, dándose media vuelta para poder encontrarse con el rubio, que al parecer también estaba ansioso por empezar-. No, no me gustaría que alguien más vea tu cuerpo.

-¿Lorenzo celoso? -murmuró mirando los ojos del más alto, sus manos viajaron de la cintura deslizándose en caricias, por el abdomen hasta llegar a los hombros fornidos y las dejó descansar ahí.

Mientras que Barone tomó las caderas del rubio con posesión, haciendo que sus cuerpos queden con una cercanía que los hizo entrar en calor poco a poco-. Tal vez -sonrió leve, acercándose a los labios contrarios de manera peligrosa hasta que sus alientos se mezclaron e hicieron que el aire entre ellos sea más cálido-. Solo yo puedo verte así.

Ángelo satisfecho con aquella respuesta, decidió cortar cualquier tipo de distancia y unir nuevamente sus bocas en un beso hambriento, con sus cuerpos húmedos por el reciente baño pero que empezaron a humedecerse más por el sudor que les causaba el calor corporal ardiente y mutuo.

No estaban nerviosos, se sentían seguros de lo que hacían y sobretodo de lo que querían, ambos deseaban hacer el amor, no importaba si no llevaban ni un mes de relación o que no sea en la cama de un hotel lujoso, con pétalos rojos por todas las sábanas y una lencería tradicional, manejaban sus decisiones y si estaban juntos, todo era correcto.

Las manos de Lorenzo se deslizaron hacia abajo por toda la suave piel de su chico, dejando caricias desde el inicio de su trasero, hasta sus muslos internos.

La sensación de poder tocar y tratar con delicadeza al mayor le fascinaba, se contuvo bastante en ese aspecto, no pasaba desapercibido la preciosa silueta de Ángelo pero se limitaba a solo verlo de la cintura para arriba para no incomodarlo.

Sin embargo, ahora se daba cuenta que Ángelo confiaba en él y que tocarlo o mirarlo no debía ser un error, sino algo que ambos disfruten como en esos precisos momentos.

Cayeron a la cama con unas dulces sonrisas, acomodándose de manera que Ángelo quedaba bajo el cuerpo de Lorenzo y éste entre las preciosas piernas que lo apresaron por la cintura con rapidez.

Así que volvió a los gruesos belfos, lamió, pero sus besos bajaron en un mojado camino hasta llegar al blanquecino cuello que lo llamaba con desesperación, mordió y succionó hasta dejar varias manchitas rojas y violáceas que deseó realizar desde hace mucho tiempo sobre un lienzo cálido como la piel de Ángelo.

Creyó que era tonto al sentirse especial por dejar una marca en la dermis de alguien, pero ver a su novio con algo suyo hizo que su corazón salte alocadamente en su pecho y eleve el ego de hombre que poseía.

Sonrió suavemente, deseaba besar cada parte del cuerpo de Ángelo, acariciarlo y hacerle saber lo hermoso que era ante sus ojos, poder demostrarle todo lo que sentía y que era realmente feliz estando a su lado.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora