40. Crisi

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Tuve que irme porque mi padre me llamó, mañana vendré a verte para conversar, te amo.

-Ángelo.


Dejó la nota sobre el escritorio de Barone y encendió un cigarrillo entre sus dedos, se quedó meditando por unos segundos en medio de la vacía habitación, intentando asimilar el pasado y el futuro, porque claramente no estaba viviendo en el presente, se sentía muy ido como para seguir pensando en todo lo malo que tenía su vida y siempre terminar haciendo una enorme lista mental de las razones por las que quería desaparecer.

Escuchó que la ducha dejó de sonar, así que se obligó a salir del lugar con pasos rápidos y un leve escalofrío por su espina dorsal, por alguna razón tenía un poco de miedo recorriendo todo su cuerpo, no por Lorenzo, sino por todo lo que pasaba en su cabeza, aquellos recuerdos que no le dejaban respirar en paz y que volvieron perseguirlo.

Se suponía que después de "resolver" las cosas con su chico tenía que estar feliz, pero no entendía porque solo sentía melancolía y otra mezcla asquerosa de emociones negativas, en fin, no era novedad.

Salió de la casa antes de ser descubierto y empezó a caminar por los callejones hacia la casa de Martino con su débil sentido de orientación, no conocía Milán y aún así estaba seguro que llegaría a su destino aunque eso signifique perderse o incluso meterse a los lugares más oscuros de la ciudad.

Pero no tenía muchas ganas de perder más tiempo, estaba ansioso por ver a su amigo, así que después de mensajear un poco, tuvo la facilidad de tener la ubicación de Martino y seguir el mapa de su celular, no quedaba muy lejos.

Martino era el único con el que hablaba después de abandonar la academia, le ayudaba a distraerse un poco de todos los pensamientos autodestructivos que pasaban por su mente por estar encerrado en su habitación sin hacer nada.

Martino, un chico tan ocurrente, le encantaba bromear y sobre todo, evitar los temas que le causaba tristeza, Ángelo se sentía bien cuando no escuchaba palabras de apoyo o frases con ayuda autopersonal que le hacían recordar su miseria, y su amigo sabía muy bien cómo hacerle sentir feliz al menos por unos segundos de sus días.

Aunque bueno, esta vez no era la ocasión.

-Entonces... ¿Lorenzo te trató mal?

Ángelo esnifó con fuerza el polvillo rosa a través de un tubito de papel, eso fue suficiente para hacer que su nariz se presione por la picazón momentánea que sintió, soltó un jadeo intentando mantener la calma y el dolor se disipó en cuestión de segundos para convertirse en una deliciosa sensación placentera que viajó por todas sus extremidades, sonrió.

-¿Quieres detalles? -dijo sentándose de golpe al lado del pelinegro, calando su cigarrillo hasta que el humo inundó sus pulmones.

Desvió su mirada a la palma rojiza de su mano derecha, misma con la que abofeteó el rostro de Lorenzo para defenderse y todo el peso del mundo le cayó por encima como fuertes golpes en la cabeza.

Un ácido e interminable dolor en su nuca que le dio significado a lo que sintió, la famosa culpa, que siempre está ahí incluso en personas que no la merecían, porque claro, Ángelo era el estúpido y cliché chico de la relación que se culpaba por absolutamente todo.

-Si te hizo daño iré a golpearlo.

Soltó una suave risa mientras el humo escapaba por su boca, estaba completamente drogado, ni siquiera podía mantenerse de pie sin tambalearse de un lado a otro-. Él ni siquiera me habló... solo... solo me empujó a la cama, me jaló del cabello y quiso obligarme a chuparle el pene... -soltó una risa.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora