18. Sconosciuto

26 4 0
                                    

A medida que pasaron los años, perdió la cuenta de la cantidad de veces que deseó que su padre vuelva a su lado.

Durante tantas noches soñó estar con él, poder abrazarlo y hacer las cosas de hombres que observaba hacer a los niños de su edad con sus padres.

Fue deprimente, llegó a sofocante con la idea de que su padre se fue por su culpa, le prometió al cielo y a la tierra portarse bien con tal de que su progenitor vuelva para quedarse a su lado, pero pasaron los años y creció, descubrió la realidad que consumía a su familia y que siempre serían su madre y él, solo los dos.

Tenerla a ella en su vida era más que suficiente.

Porque incluso con dieciocho años de edad, su mamá seguía protegiéndolo tanto como cuando era pequeño.

-Vayan a la habitación -la mujer tenía las orejas rojas y su semblante serio, a millas se notaba lo molesta que estaba.

-Marzia... sólo quiero ver a mi hijo.

-No te atrevas a reclamarlo como tu hijo, no lo es, dejó de ser tu hijo cuando lo... -suspiró entre dientes y miró de nuevo a Lorenzo, que se encontraba de pie, paralizado-. Ángelo, llévalo.

El rubio tomó de la mano al más alto y lo jaló a la habitación, sorpresivamente, el pelinegro no se contuvo, como si hubiese perdido las fuerzas en cada una de sus extremidades y simplemente se dejó llevar, en el fondo sabiendo que era por su bien.

Ángelo lo sentó en la cama y tomó su rostro entre sus manos, mirándolo con preocupación-. Tranquilo, no es tu obligación aceptarlo ni perdonarlo solo porque volvió, nada compensa lo que sufriste por su culpa.

Lorenzo se mordió el labio conteniendo una reacción perdida, se sintió en otro mundo en el cual no conocía absolutamente nada de emociones, no se conocía a sí mismo.

Solo se recostó en la cama en posición fetal, dándole la espalda a su novio y quedando en un silencio sepulcral.

Desapareció la creencia inocente de niño de que si su padre ingresaba por la puerta de su casa automáticamente todo sería completa felicidad, todos los problemas se solucionarían, su madre gritaría de alegría y se iban a reconciliar con una deliciosa cena familiar.

Pero confirmó que estuvo equivocado toda su vida, porque se encontró escuchando la primera pelea de sus padres que nunca pensó oír.

-¡No puedes negarme a ver a mi hijo!

-¿Ahora sí es tu hijo? ¡Lo abandonaste apenas nació! ¿¡Qué padre tiene corazón para hacer eso y llegar después de DIECIOCHO años como si nada para exigir verlo!?

-Basta Marzia, era muy joven, yo no quería ser padre.

-¡Yo también era joven como tú pero no abandoné a mi hijo por nada del mundo!

-¡Estoy arrepentido de todo! ¡Pero ahora no tengo nada! ¡Estoy mal económicamente y tú eres mi única salvación!

-... -frunció el ceño-. ¿Solo viniste por eso? ¿Por dinero?

-Y por mi hijo también.

Soltó una risa amarga-. Solo viniste por dinero, ¿No? -pasó las palmas de sus manos por su cabeza, demostrando frustración-. Supongamos que te dejo verlo y asumir tu rol de padre, ¿Le pagarás los estudios? ¿Le darás de comer? ¿Cuidarás de su salud mental? ¿Cuidarás de lo que siente y de lo que le hace feliz? ¿Le darás amor y también comodidades? No tienes dinero y de casualidad te acordaste que tenías un hijo, ¿Crees que soy imbécil?

-Marzia, no todo es dinero, yo puedo darle una figura paterna y completar el vacío que siente.

-Vacío que tú causaste, mi hijo no va a tener que aguantar tus ganas de querer ser padre después de tantos años, ¿Sabes todo lo que vivió por tu culpa? Tu no sabes nada de él, no sabes ni su nombre, así que no eres su padre, lárgate.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora