-¿Qué haces aquí? -frunció el ceño, acercándose con pasos pesados al hombre que estaba a punto de tocar el timbre.
El mismo estilo de profesor de educación física, tan solo ver a ese señor le causaba violencia, ni siquiera se molestaría en usar honoríficos.
-Jovencito... no deberías tutear a tus mayores.
Una risa amarga escapó de sus labios y pronto el enojo recorrió con rapidez por su pecho, en cuestión de segundos el maravilloso humor que en algún momento llevó, desapareció sin dejar rastro, tenía intenciones de convertirse en el mismo diablo si no lograba lo que quería.
-Escúchame bien maldito fracasado, si te vuelves a acercar a esta casa, a mí no me va a temblar la mano para llamar a la policía y poner una denuncia por hostigamiento, ¿Qué crees que haces? ¿Te aprovechas de la bondad de la señora Marzia?
-¿Y tú quién eres? ¿Su defensor? Tengo derecho de ver a mi hijo.
-Anda con el mismo cuento a otra gente que le cree a idiotas, ¿No tienes algo más original que decir? Si tanto te importa tu hijo deberías de lárgate porque solo le causarás más problemas a esta familia.
-Nada hará que me vaya hasta poder hablar con Lorenzo.
-Vaya, te aprendiste su nombre -apretó los puños y dejó sus bolsas en el piso cuidadosamente, acercándose con la mirada endurecida-. Escúchame bien mierda, parece que estás acostumbrado a que todos acepten tus estupideces y no te digan nada, si, soy su defensor, ¿Qué harás al respecto? Puedo destrozarte ahora mismo si lo sigues molestando a él y a su madre, ¿Quieres jugar? Te conviene cerrar la puta boca, irte y nunca más volver.
Tragó saliva, retrocediendo-. Marzia pone en peligro a mi hijo dejando que tú te acerques a él... ahora me estás amenazando.
Bufó-. Que miserable, maldita basura, tómalo como quieras pero si te veo de nuevo por acá, te voy a matar.
-Eres un monstruo.
-Si, ya me lo dijeron -respiró con fuerza-. Pero no me daría nada mal convertirme en un homicida, ¿Qué opinas?
Respiró con fuerza cuando vio al hombre irse como un estúpido imbécil cobarde, realmente lo sacó de sus casillas como nunca nadie, así que se quedó unos segundos tratando de calmar el enojo expandido por su cuerpo y cuando estuvo por tocar el timbre, la puerta se abrió, dejando ver a la señora Barone.
Y no iba a mentir que sintió un poco de miedo, la verdad, se convertía en un completo grosero cuando le hacían enojar, pero que ella lo haya escuchado si le ponía un poquito nervioso, no quería quedar mal frente a su suegra.
-Hola... -sonrió suavemente-. Vine a ver a Renzo y traje un helado para él y otro para usted.
-Pasa cariño, está en su habitación, me preocupa que no se haya bañado desde hace dos días -le sonrió-. Aún me queda tiempo... hoy tengo turno nocturno así que me iré en unos minutos.
Ángelo ingresó a la casa, dándole una bolsa a la mujer-. ¿Cómo se siente? -no preguntaba por compromiso, realmente le importaba.
-Un poco mejor... al parecer ese hombre entendió que no lo queremos aquí, no ha venido aún.
Asintió-. Si vuelve a venir llame a la policía, no es normal que quiera forzarlos a abrirle las puertas.
-Estoy considerando hacerlo si lo vuelvo a ver por acá -murmuró mientras veía el bote de helado, con pedazos de chocolate y galleta oreo-. Anda con Lorenzo y te agradecería bastante si le das un baño a ese puerquito.
-Lo haré, muero de ganas por ver sus músculos -bromeó, soltando pequeñas risitas con la mujer, la veía más animada y eso era un alivio.
Así que tocó la puerta de la habitación de su novio antes de ingresar y efectivamente, su chico estaba tomando una siesta a oscuras.
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FENTANILO ; kookmin
RomanceDonde Ángelo es adicto a las drogas y encontró a la persona que se convirtió en su codiciada dosis de fentanilo. "Porque el amor no corta las alas" 13.09.23 Actualización cada sábado y domingo No se permiten copias ni adaptaciones