Cada día que pasaba parecía un completo infierno, vivir lleno de incertidumbre y con el alma agonizante era una de las peores maneras de recordar el abandono que sufrió toda su vida, todo se repetía y todo indicaba que tendría el mismo final, completamente solo, sin nadie que lo acompañe y con problemas siguiéndolo a la tumba.
Siempre tuvo el miedo de dejar ir a Lorenzo, era egoísta con su relación, porque aún sabiendo que no podría hacerlo feliz el resto de su vida, en el fondo deseaba permanecer a su lado a pesar de que eso signifique vivir una mentira.
Estaba harto de eso, después de tanto pensarlo, Ángelo llegó a la conclusión de que incluso si no estaba con Lorenzo siendo su novio, el simple hecho de verlo feliz sería suficiente para su alma y para todo lo que sentía por él.
Porque sí, le dolía que otra persona haya hecho más feliz a Barone en pocos días que él en toda la relación, pero ahora realmente no le importaba con tal de que su chico esté bien.
Así que tomó un respiro pesado mirándose por última vez en los espejos del baño, tratando de disimular un poco su rostro demacrado y la apariencia vergonzosa de la que no se podía librar desde que todo ese calvario comenzó, agarró su mochila y salió en busca de Lorenzo.
Supuso que estaba en el jardín almorzando con sus amigos y Caprice ocupando el lugar que antes le pertenecía, pasaron cinco días del ataque de Carlo y a pesar de que le dieron una sanción, Ángelo pidió que no lo expulsaran o algo por el estilo.
Con las manos heladas y sus ojos temblorosos llegó al jardín que fue testigo de muchos sucesos que jamás olvidaría, y ahí los vio, los cuatro almorzando como si nada pasara y como si todo estuviera bien, un agradable almuerzo de amigos que ignoraban por completo el caos detrás de cada uno.
Se acercó poco a poco, captando de inmediato la atención del grupo de chicos que lo miraban con distintas expresiones en el rostro; Carlo con rencor y burla, Maurizio lleno de sorpresa, Caprice con una suave sonrisa y Lorenzo con cara de susto, como si le hubieran descubierto haciendo una travesura.
Fue en ese momento cuando se arrepintió de buscarlo y arruinar sus momentos de paz, pero ya no había vuelta atrás.
-¿Podemos hablar? -murmuró.
El azabache asintió en silencio y se levantó del césped, sin embargo, Ángelo se dio media vuelta para empezar a caminar hasta alejarse de los demás y llegar a la parte trasera del jardín, dónde nadie lograría verlos ni interrumpir la tan esperada conversación que le causó una migraña insoportable en la cabeza.
Lorenzo en todo el silencioso y corto camino sintió que un tenso nudo empezaba a formarse en su garganta, en tantos días no se atrevió a verlo a la cara y ahora que pudo ver su apariencia demacrada de cerca, la culpa empezaba a consumirlo de pies a cabeza.
De pronto aterrizó de vuelta a la tierra y reaccionó, se dio cuenta que no había una buena razón por la que se habían alejado después de haber estado tan bien como pareja, y tampoco entendía porque su comportamiento se volvió insensible y grosero hacia Ángelo.
Se sentía mal, porque se prometió nunca ser la causa de sus lágrimas pero estaba seguro de que Ángelo ya había creado un océano entero en esos días por su indiferencia, la tristeza que emanaba era evidente para todos y Lorenzo apenas se estaba dando cuenta que el único culpable de los problemas de su novio, era él.
Ángelo se giró para verlo a los ojos y Lorenzo estaría mintiendo si dijera que no sintió miedo, porque nunca se imaginó que tendría encima esa mirada fría y vacía que el rubio le dedicaba a las personas ajenas que no conocía, ya no era cálida, ni sonriente, incluso podría afirmar que sus ojitos estaban cansados de la simple función de parpadear.
ESTÁS LEYENDO
FENTANILO ; kookmin
Lãng mạnDonde Ángelo es adicto a las drogas y encontró a la persona que se convirtió en su codiciada dosis de fentanilo. "Porque el amor no corta las alas" 13.09.23 Actualización cada sábado y domingo No se permiten copias ni adaptaciones